domingo, 8 de marzo de 2020

A puerta cerrada


El Gran Premio de Bahrein se va a celebrar, pero a puerta cerrada, es decir: la carrera se retransmitirá como todos los años, pero esta vez sin que exista necesidad de rellenar las gradas a base de invitaciones y sin la obligación para el FOM de abusar de los encuadres que no delatan la ausencia de público —hace años perdí la esperanza de ver atravesando la pista de Sakhir una de esas bolas de matojo seco (tumbleweed) que suelen abundar en las películas del Oeste que tanto nos gustan a Herzog y a mí, y, por lo que se ve, de nuevo me voy a quedar con las ganas... ¡Está todo tan cuidado allí!

En fin, apenas notaremos nada nuevo, que es a lo que vamos. El Gran Premio de Bahrein no es la caraba en esto de la venta de entradas, entre otras cosas porque ni se lo propone. A los jeques les sale a cuenta abonar lo que sea porque el emirato promocione su imagen pública allende sus fronteras, y desde 2004 viene siendo así, con revueltas callejeras llamando a la puerta o, como ahora, con el coronavirus sirviendo de excusa perfecta para que no se note que lo relevante es lo que sale por televisión y llega al público occidental, y que la realidad del país sigue careciendo de importancia.

Os leo.

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