domingo, 1 de marzo de 2020

A la séptima, ¿la vencida?


Por mucho que nos empeñemos, Sebastian no lleva cinco años sin comerse un colín, sino seis —no entiendo todavía cómo 2014 puede continuar siendo una especie de agujero espacio temporal que no ha dejado rastro—, y en este dilatado periodo, el alemán no ha podido superar a su compañero en un 1/3 de ocasiones, concretamente, sucumbió ante Daniel Ricciardo en su último año en Red Bull, y lo ha vuelto a hacer en 2019 frente a Charles Leclerc, en Ferrari...

Con estos mimbres lo normal sería que la prensa ya le estuviera enseñando la puerta, pero es Fórmula 1, toca continuar rentabilizando lo que ha costado el chaval, y la paciencia que no se tuvo con otros se convierte en el caso del piloto de Heppenheim en un auténtico pozo sin fondo.

Más allá de lo que he dicho otras veces, de que cruce los dedos para que Vettel acierte esta temporada por la cuenta que le trae a La Scuderia y de que ni por asomo deseo que firme otra sesión de espanto, la jugada de mantenerlo en activo muestra demasiados riesgos como para que nadie se haya tomado la molestia de hacer un análisis en profundidad de lo que supone su continuidad en la rossa, porque como se le tuerzan las cosas, a él, personalmente, los platos los vamos a pagar a precio de vajilla del Buckingham Palace.

Ni menciono la tontuna que le ha entrado a Mattia Binotto admitiendo que como el SF1000 no se ponga a tono rápidamente Ferrari se concentra en el monoplaza de 2021, porque en esto también tienen su cuota de responsabilidad los conductores pues, al fin y al cabo, son ellos los encargados de afinarlo. 

Pero a lo que vamos, si Sebastian es presa fácil de la presión, como se ha demostrado demasiadas veces, y ésta se tasa en quintales en el seno de la de Il Cavallino, miro, miro y remiro, y alrededor de nuestro protagonista sólo entreveo presión por todos lados. Presión por sacar rápidamente la cabeza y de una vez por todas. Presión por quitarse la espinita Leclerc. Presión por demostrar que está a la altura de Lewis Hamilton. Presión por la necesidad de convencer a los especialistas y aficionados, etcétera, etcétera, etcétera...

No sé, sinceramente, si 2020 es el mejor escenario para que veamos algún milagro en el horizonte. De momento, el monoplaza rosso se ajusta a los estándares del alemán, pero tampoco es el pepino que solicitaba a finales de 2018. No saca un segundo por vuelta a sus rivales y la temporada se promete muy luchada y cerradita, siempre y cuando Vettel no se desinfle, claro, porque aquí está el quid de la cuestión, en que no le vuelva a pasar lo de 2017, 2018 y 2019.

Os leo.

2 comentarios:

  1. Pues vistos los precedentes con "tu Felipe" barrunto que le van a renovar. Es más, para él que el SF1000 no esté a la altura de las circunstancias es casi lo mejor, así no se notarán sus carencias.

    Cierto LeoF1 va por la red del avechucho vendiendo que Alonso estuvo hace un par meses hablando con gente de Ferrari a ver si se quedaba con el asiento del germano; eso sí, ni un solo dato que lo corrobore. Menuda Silly Season nos espera este año.

    ResponderEliminar
  2. Si al menos tuviera los bemoles de pelear con lo que tiene entre manos todavía le admitiría un pase, pero es que no los tiene y llora a nada que le dan detrás de las orejas. Es lo que tiene criarse entre algodones con un bicho superior 1 segundo al resto, cuando vienen mal dadas, saltan las costuras...

    ResponderEliminar