Sin cáscara

Por increíble que parezca, la décima que muchas veces no se encuentra en la pista tiene que ver más con las tripas del vehículo que con su envoltorio.

Suelo traer este asunto a Nürbu de vez en cuando, por recordar que lo que no vemos de un monoplaza es casi tan importante como lo que sí podemos discernir a simple vista, y es que nos enredamos con cualquier chirimbolo nuevo que aparece en tal o cual carrera, o en tal o cual jornada de entrenamiento, y nos olvidamos que dentro del coche también se origina drag porque el aire entra por un lado y sale por otro, con la obligación de originar la menor resistencia posible durante su trayecto o, incluso, adquiriendo velocidad o tomando direcciones de giro que encontrarán sentido cuando lleguen al exterior y confluyan con los caudales de aire que recorren el final de la carrocería...

No la vemos, nadie suele preguntar por ella, pero la superficie total de estas entrañas es lo suficiente grande como para tomársela un poquito en serio, ya que los departamentos de ingeniería y los aerodinamicistas echan sus buenas toneladas de sudor y esfuerzo, y horas quitadas al sueño, para que todo esté OK ahí dentro, desde el correcto empaquetado de los diferentes componentes de una unidad de potencia al diseño externo de una caja de cambios, por ejemplo.

Las cabezas de los tornillos, cada recoveco, cada arista, el propio calor interno, etcétera, están contemplados y organizados para que aire transite por allí refrigerando, claro está, pero creando pocos problemas y ofreciendo el máximo de soluciones. Newey hacía auténticas obras de arte en estas zonas, e imagino que las seguirá haciendo como el resto de sus compañeros, porque décima que pierdes ahí es décima complicada de recuperar sobre el asfalto.

Todo cuenta. Os leo.