Seguimos con la testosterona por las nubes a pesar de estar en carnavales, al menos aquí, en Gorliz.
Llevo puesto el cordón de San Blas por no hacer un feo a doña Matilde, que también lo cuelga al cuello, faltaría más, y la mujer cada equis pregunta cuándo toca miércoles de ceniza, que este año, por lo que miré en Google, va para el 26 de febrero, tarde, dentro de dos semanas largas, para que nos entendamos.
En cuaresma y segunda semana de entrenamientos la cosa va a ser muy diferente, pero en estos días previos al abundante jaleo que nos espera a la vuelta de la esquina, me produce un especial chirrido que parezca que nos va la vida en cada discusión que mantenemos. La silly season nos ha calado tan hondo que un bulo merece una batalla y cualquier desencuentro de opiniones da para enfrentamiento armado.
Y el caso es que siempre son los mismos: no son antialonsistas, se refieren muy poquito a Fernando Alonso —lo justito porque si hay que decirlo se dice y no pasa nada—, sólo dan crédito a noticias solventes, pero en cuanto pillan cacho con cualquier bobada, incluso sin contrastar todavía, vuelven como la burra al prado a los pilares del terraplanismo recordando 2007, Alemania 2010, las palabrotas del asturiano, sus feos, cómo se olvidó de saludar al cura de su pueblo o cómo no cedió su asiento del autobús a una ancianita...
Cada año dan más pena porque lo limitado de sus recursos los ha ido convirtiendo en figuras grotescas cuyas excusas son más bananeras aún que sus argumentos, pero confieso que lo que peor llevo es su calaña.
Mi difunta abuela María, madre de la señora que mencionaba en el segundo párrafo, me enseñó bien temprano a no fiarme de los que se muestran dóciles y sumisos con los que consideran sus superiores en rango, que son afables y campechanos con los que aceptan como iguales pero afloran ruindad y desdén en el trato con quienes sienten que no les llegan a la suela de los zapatos. ¡Mala calaña!, decía la navarra al referir a este tipo de gente...
Pero como estamos en carnaval, rogaría que alguien les hiciese entender que la soberbia y la testosterona no dan la razón, mucho menos cuando no hay noticias oficiales que nos digan hacia que lado se inclina el fiel de la balanza.
Os leo.
Se ha escapado un "ruindaz" en lugar de "ruindad" (sin ánimo de ser quisquilloso, borre el comentario si le parece, ya que una vez corregido el error no aporta nada)
ResponderEliminarGracias, Juan ;)
ResponderEliminarAhora mismo lo cambio, y el comentario se queda porque marca la realidad a 9 de febrero: yo estoy cansado y gracias a Dios andáis por ahí, ojo avizor...
Abrazo gigante ;)
Jose