Y por qué no recordar que el Olimpo, a veces, es tan generoso con nosotros que nos presta uno de sus hijos para que lo disfrutemos, y tan cruel como para arrebatárnoslo sin avisar.
Kobe Bryant nos ha dejado y sólo se me ocurre escribir unas pocas líneas que no llevan a ninguna parte porque el mundo seguirá rodando como si tal cosa, sin atender a que la estrella que se ha apagado en el firmamento ha dejado un hueco muy difícil de llenar.
So long, «Kobi»...!
Nuestras vidas son los ríos
ResponderEliminarque van a dar en el mar
que es el morir...
King Crimson