Le Mans 66 ha sido propuesta para llevarse algunas figurillas del tío Oscar a casa y no ha faltado en nuestro mundillo quien ha recibido la noticia como si el hombre hubiese vuelto a pisar la luna. ¿Una película de carreras en los Oscar...? ¡Sí, una peli de coches «nominada» a los Oscar...!
No me hagáis demasiado caso, como de costumbre, pero ser candidata al mejor sonido, a la mejor edición de sonido y al mejor montaje, no convierte a Le Mans 66 en el fenómeno cinematográfico del año ni siquiera contando con que en su metraje aparecen bestias pardas de antaño rodando sobre circuitos y visitando La Sarthe, donde se celebra la batalla definitiva.
Sí, también está propuesta para mejor película, pero os cuento una cosa: si esta designación no lleva parejas candidaturas a mejor guión, mejor dirección, mejor actor o actriz principal, o mejor actor o actriz de reparto, etcétera, la cosa pierde bastante fuelle. Que no digo que no pueda llevársela, pero resultaría raro, que es a lo que vamos.
En fin, como comenté en su día [Sobre Le Mans 66...], la película me encantó a pesar de sus numerosas pasadas de frenada con la historia real, y fue así porque soy de ir al cine para entretenerme, dejarme atrapar por la posibilidad de una buena historia y pasármelo como un jabato en la medida de mis posibilidades. Eso sí, como a Woody Allen, me pasa que los Oscar ni me quitan ni me ponen, que sé que nos entendemos.
En este sentido, os diría para terminar que no os dejéis engatusar por las luces de los focos del Kodak Theatre (hoy Dolby) de Hollywood. En serio, Le Mans 66 lo tiene todo para que los aficionados caigamos en sus garras sin necesidad de que la Academy of Motion Picture Arts and Sciences venga a recordárnoslo.
Os leo.
En fin, como comenté en su día [Sobre Le Mans 66...], la película me encantó a pesar de sus numerosas pasadas de frenada con la historia real, y fue así porque soy de ir al cine para entretenerme, dejarme atrapar por la posibilidad de una buena historia y pasármelo como un jabato en la medida de mis posibilidades. Eso sí, como a Woody Allen, me pasa que los Oscar ni me quitan ni me ponen, que sé que nos entendemos.
En este sentido, os diría para terminar que no os dejéis engatusar por las luces de los focos del Kodak Theatre (hoy Dolby) de Hollywood. En serio, Le Mans 66 lo tiene todo para que los aficionados caigamos en sus garras sin necesidad de que la Academy of Motion Picture Arts and Sciences venga a recordárnoslo.
Os leo.
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