El mundo perfecto no existe pero hay situaciones que se acercan a la perfección, y es por ello que cada vez me resulta más extraño que las dejemos olvidar entre toneladas de desidia y condescendencia porque la modernidad y tal, y las empresas y tal, y esto siempre ha sido igual y tal...
La imagen de encabezamiento supone un retablo que hoy sería pasto de las llamas por irreverente. El público arremolinado ante dos bestias de las de antaño, observando tranquilamente cómo Niki Lauda parece que charla desde el habitáculo con un mecánico de Tyrrell mientras otro de la de Ockham —sí, como la navaja—, permanece atento a lo que hace uno de BRM vestido de rojo y calzado con mocasines relucientes. Es Mónaco pero la instantánea se repetía en cualquier lugar de calendario porque nadie tenía miedo y no campaba a sus anchas el coño copyright.
Jo Ramírez, en su libro [Mi vida en la Fórmula Uno], cuenta de e´stas a puñados. La rivalidad estaba en la pista; en los fosos, como los llama el mexicano, abundaba la camaradería. Los garajes se prestaban bridas, cojinetes, incluso soluciones para enderezar una mala tarde... Todo era más sencillo y más humano y, a la vez, infinitamente más atractivo que ahora porque la modernidad y tal, y las empresas y tal, y esto siempre ha sido igual y tal...
La melancolía no es buen lugar para pernoctar, ni siquiera con la pipa en la boca y el Number Seven esperando a que lo apure en cuanto termine de escribir este texto y me aleje del teclado para apagar las luces del estudio.
Nacimos aquí pero alguien tuvo la mala idea de que nos entretendrían más herr doktor y sus grandilocuencias y bravuconadas, Toto y sus pesadillas, Binotto en una rueda de prensa o Claire esquivando preguntas incómodas. La modernidad y tal, las empresas y tal, esto siempre ha sido igual y tal... ¡Quedároslo!, ¡hacedme el favor! Prefiero mil veces aquellos tiempos pacientes en los que lo realmente importante sucedía sobre el asfalto en cuanto el piloto bajaba la visera y, sujetando con una mano un volantito redondo, cambiaba con la otra de marchas y apretaba el pie sobre el acelerador porque en una vuelta existía un territorio virgen por descubrir y conquistar.
Nacimos aquí pero alguien tuvo la mala idea de que nos entretendrían más herr doktor y sus grandilocuencias y bravuconadas, Toto y sus pesadillas, Binotto en una rueda de prensa o Claire esquivando preguntas incómodas. La modernidad y tal, las empresas y tal, esto siempre ha sido igual y tal... ¡Quedároslo!, ¡hacedme el favor! Prefiero mil veces aquellos tiempos pacientes en los que lo realmente importante sucedía sobre el asfalto en cuanto el piloto bajaba la visera y, sujetando con una mano un volantito redondo, cambiaba con la otra de marchas y apretaba el pie sobre el acelerador porque en una vuelta existía un territorio virgen por descubrir y conquistar.
Os leo.
Deberías de hacernos un post de Biblioteca con los libros sobre nuestro deporte y los libros que has leído o de los de que dispones. Más que nada, por hacerme una minibilbioteca.
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