Se nos acaba el año, así, como arena entre los dedos, y fiel a mi talante tocapelotero no quiero dejar pasar la ocasión de echar el ratito sobre la estupidez que supone desmerecer otras disciplinas del automovilismo deportivo porque no hay nada como el pináculo del motorsport.
Sin duda, tal y como están las cosas parece que hay mucha tela que cortar al respecto de si el pináculo de los cogieron es tal pináculo o simplemente pasa que la Fórmula 1 abusa de su tradición y vieja gloria más que Ferrari de las suyas, que se decía antes. En todo caso, que es a lo que vamos, la actualidad se ha vuelto tan ramplona que todo es blanco o negro, no queda sitio para los grises y, claro, cualquiera monta una trincherita flanderiana por menos del canto de un duro.
Yo diría que nuestro deporte, así, en general, da para bastante más que para que andemos tirándonos los trastos a la cabeza o mirándonos de reojo o por encima del hombro.
Sin duda no soy nadie para dar lecciones de buenos modales o etiqueta. Me gusta más la Fórmula 1 y le doy fuerte aquí, en Nürbu, por eso, porque la entiendo y la disfruto más. En definitiva, me siento más realizado hablando de nuestro Mundial que de los otros porque pienso que del resto de palos de la baraja hay gente mucho más solvente que yo porque entienden y disfrutan más.
Pero una cosa no quita a la otra. La Resistencia, por ejemplo, ha sido en épocas más importante y atractiva que la propia Fórmula 1. Los pilotos no estaban atados entonces por férreos contratos y disputaban cualquier tipo de carrera que les proporcionase dinero, fama u horas de entretenimiento. Con las marcas y equipos pasaba igual. Allí donde hubiera un campeonato o una prueba emblemática, allí que se presentaban.
No os aburro. Entiendo la necesidad que tienen algunos de montarse cajitas excluyentes. Mis gatos también suelen hacerlo. Llega un paquete, lo desembalas, y apenas sin darte cuenta alguno de ellos ya se ha metido dentro y mira lo que ocurre fuera como si fuese el dueño o la dueña de un fuerte inexpugnable...
Pero el caso es que mis mininos saben que juegan y en lo nuestro todavía hay quien cree que el cartoncito de los laterales de la cajita vale lo que unas murallas medievales de piedra.
Os leo.
Querido Jose:
ResponderEliminarQuisiera aprovechar esta última entrada del año para felicitarte por el arduo trabajo de mantener viva la llama de la implicación crítica en el mundo del motosport.
En estos días en los que trolls y ñúes (Preciosa palabra incorporada a nuestro idioma gracias a Tadeo y tú hace unos años...) parecen pastar en otros prados, quiero agradecerte tu labor durante el último año por ser capaz de llenar nuestro ocio de una manera inteligente: el último resultado de la civilización. Gracias por haber sentido a través de tus palabras eso tan parecido a la amistad, lo que en palabras de Plutarco la define así: La verdadera amistad busca tres cosas: la virtud, por honesta; el diálogo, como deleite; y la utilidad, como necesidad.
Zorionak eta Urte Berri On