No sé dónde nos llevará el presente, pero viendo dónde nos ha traído el pasado me da que el futuro no me va a gustar demasiado.
Sí, soy consciente de que nuestro pretérito sirve de anzuelo para mantener viva una llama que tampoco juraría que no se haya apagado hace al menos una década. La Fórmula 1 es monumentalmente cara, da de comer a centenares de personas por equipo, se ha convertido en la cúspide de la tecnología y tal —viendo el Cybertruck de Tesla miedito da la tecnología de los cogieron—, pero a la hora de la verdad, el espectáculo que ofrece en pista es bastante moñas y aguanta mal cualquier comparación porque es la órdiga de previsible.
Hace relativamente poco, Alonso apuntaba a que con nuestro actual modelo, en febrero ya es posible saber quién va a ganar el campeonato.
Podría parecer una exageración pero resultaba una afirmación bastante nítida (y acertada) porque sin suficientes entrenamientos, con limitaciones de componentes y penalizaciones hasta por toser, quien da primero da dos veces o las que hagan falta. Los rivales no disponen de margen ni para mejorar suficiente ni para resolver los naturales pasos en falso. Mercedes AMG es el paradigma de esto que vengo diciendo: llegó con una abultada ventaja a la era híbrida, gracias a un movimiento político supo meterse en los órganos de decisión para apuntalar que las unidades de potencia fuesen lo más parecidas posible a la que se había diseñado en Stuttgart allá como en 2007, y el resto ha sido coser y cantar, pasar el rodillo una y otra vez.
Entiendo a los que se aferran al antes era igual como quien se agarra a un clavo ardiendo. Los de cierta edad o estan tontos de remate o mienten a conciencia; la chavalería, pues eso, con tal de desplegar su cola de pavo real entre sus iguales son capaces de cualquier cosa, incluso de tragar majaderías como si fuesen panchitos o peladillas si vienen convenientemente envueltas en los preceptivos 30 o 40 años de experiencia.
Antes había creatividad de la buena y ahora sólo hay atajos o aprovechamiento de agujeros normativos. Proporcionalmente hablando, ahora existe una mayor labor de despacho o politiqueo que antes... No voy a caer en la tentación de afirmar que antes se hacían auténticas obras maestras con la quinta parte de lo que hoy cuesta atar a un piloto, pero en esencia por ahí van los tiros.
Recuerdo que en uno de los recurrentes, cíclicos y tradicionales debates sobre los necesarios límites presupuestarios, Bernie le contestaba a Ron (Dennis) que mejor se dejaba de traer quince camiones y motorhomes a los circuitos y se concentraba en la actividad en pista...
Anécdotas aparte, no tengo muy claro que tanto fasto tecnológico y publicitario merezca la pena si al final pagamos los platos rotos los aficionados. He visto completo el segundo E-Prix de la temporada ABB Formula E y confieso que se me ha quedado cara de panoli. Es lo que quiere el público, obviamente, y lo que quieren los patrocinadores y las marcas participantes, pero la bendita disciplina no deja de consistir en una enorme gincana para adolescentes en la que sobresale quien sabe salir ileso...
Creo que hay un punto medio entre nuestro tedioso presente y el futuro que dibuja la Formula E, y creo a pie juntillas que es posible porque gracias a Dios lo he vivido y disfrutado. Eso sí, haría falta primero que en nuestra acomodaticia Fórmula 1 alguien entendiera que es posible y saludable vencer a los contrincantes sin tenerlos atados de pies y manos, y que la creatividad puede hacer milagros como los hacía Colin Chapman a finales de los setenta y principios de los ochenta del sigo pasado, cuando con cuatro perras era capaz de enfrentar sus coches a los Turbo y a quien hiciera falta.
Disfrutabamos entonces como jabatos, lo puedo asegurar, pero, desgraciadamente, hoy no puedo decir lo mismo.
Os leo.
Anécdotas aparte, no tengo muy claro que tanto fasto tecnológico y publicitario merezca la pena si al final pagamos los platos rotos los aficionados. He visto completo el segundo E-Prix de la temporada ABB Formula E y confieso que se me ha quedado cara de panoli. Es lo que quiere el público, obviamente, y lo que quieren los patrocinadores y las marcas participantes, pero la bendita disciplina no deja de consistir en una enorme gincana para adolescentes en la que sobresale quien sabe salir ileso...
Creo que hay un punto medio entre nuestro tedioso presente y el futuro que dibuja la Formula E, y creo a pie juntillas que es posible porque gracias a Dios lo he vivido y disfrutado. Eso sí, haría falta primero que en nuestra acomodaticia Fórmula 1 alguien entendiera que es posible y saludable vencer a los contrincantes sin tenerlos atados de pies y manos, y que la creatividad puede hacer milagros como los hacía Colin Chapman a finales de los setenta y principios de los ochenta del sigo pasado, cuando con cuatro perras era capaz de enfrentar sus coches a los Turbo y a quien hiciera falta.
Disfrutabamos entonces como jabatos, lo puedo asegurar, pero, desgraciadamente, hoy no puedo decir lo mismo.
Os leo.
A la chavalería le encanta ver batir récords de antaño en su presente de milenials; y los dueños del negocio lo saben.
ResponderEliminarEsto le ha quedado estupendo: "Eso sí, haría falta primero que en nuestra acomodaticia Fórmula 1 alguien entendiera que es posible y saludable vencer a los contrincantes sin tenerlos atados de pies y manos..."
Saludos, José.