Siete días de otoño

Estrenamos última semana de Gran Premio. En unos días se levantará el telón en Yas Marina y cuando se cierre, ya el domingo, entraremos de lleno en ese periodo entre temporadas tan aplicado él a que los bulos afloren entre la hojarasca como setas en otoño.

Gorliz ha amanecido con prolongación de la tregua meteorológica que se decretó durante la madrugada de anteayer. Los gatos has estado silenciosos esta noche y hace semanas que no escucho ulular a mi vecino el búho. Hay obras en la zona e imagino que habrá encontrado otro territorio donde reinar. Le espero para primavera. Volverá seguro... la vida son ciclos.

Los bulos y la silly season tambien pasarán, pero ¡ay, Dios!, ¡qué pereza da terminar una campaña sabiendo que hay que llegar a la siguiente casi a cuatro patas y con la lengua fuera!

Tengo las entradas para ver Le Mans 66 pasado mañana y os juro por lo más sagrado que ahora mismo me produce más ilusión disfrutar de la coño película que saber qué sucederá en Abu Dhabi. No me miréis mal, la perfidia también peina canas y mi abuela me tenía dicho que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Los que lo llevan bien son los integrantes de la chavalería. Saben en qué consiste el Reino de los Cielos y darán carta de naturaleza a cualquier chorrada que salga publicada porque para febrero ya se habrá olvidado todo en redes sociales, que es donde viven.

Yo tengo domicilio postal y fiscal en Gorliz y así estoy de jodido. Pretendo hacer el agosto en otoño y no hay manera. Ir a contracorriente nunca ha supuesto un buen negocio. Tampoco ver más allá de la conquista de las líneas enemigas. En todo caso, que es a lo que vamos, nos quedan siete días con éste para seguir soñando que soñamos, y tampoco es cuestión de desmerecer el regalo.

Lewis se coronará definitivamente hexacampeón del mundo y a partir de ahí, lo que dicten la Autosport y la MotorSport, como de costumbre, que para eso siguen siendo nuestras Biblias.

Pasad buena mañana de lunes. Os leo.