De vez en cuando me embarco en batallas contra gigantes con tal de sentir cómo la sangre continúa regando mis venas. Me vengo abajo pronto, para qué os voy a engañar. Los molinos de viento juegan con ventaja y en cuanto siento sobre mis cueros los primeros golpes de sus aspas, pues eso, que caigo en la cuenta de que hay ejercicios que no sé si merecen la pena aunque sigan apeteciendo... con la edad.
Ayer hizo seis años que perdimos definitivamente a María y, el jueves, Murray sumaba una velita más a su tarta de cumpleaños. Ambas a dos son de esas cosas que no me apetece olvidar. Les une el amor por todo esto —no quiero hablar en pasado—, la vitalidad y su generoso sentido del humor. Unas líneas no tienen por qué significar nada, pero a veces lo dicen todo...
Os leo.
Os leo.
Precioso, José. Gracias por ese texto.
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