Estamos todavía a mitad de curso y el otrora equipo que estaba por encima de las personalidades que lo integran (sic), bajo mi humilde punto de vista se está columpiando de lo lindo en la situación personal que atraviesa su estrella, para minimizar hasta extremos insospechados, que desde 2008 no ha conseguido un miserable Campeonado del Mundo de Marcas y que Kimi Raikkonen es su último Campeón del Mundo de Pilotos (2007).
El asunto no tendría más aquél si no fuera porque a finales de 2014 se limpiaron las alfombras de Maranello y Sergio Marchionne, entronizado como jefe máximo de Ferrari, decidió inyectar entonces todo el dinero que había estado escatimando a La Scuderia para quitar de en medio a Luca Cordero di Montezemolo. Cumplido el cometido bastaba elevar los presupuestos y reforzar la estructura y, obviamente, contar con una figura contrastada como Sebastian Vettel para que la historia se encauzara casi por sí sola —se llegó a decir entonces que la italiana había recuperado poder político en el paddock—, pero algo se torció y las cosas nunca salieron como estaban diseñadas, y si me lo permitís decir así: ahora están peor que al inicio del totum revolutum.
No me miréis peor que de costumbre: la de Il Cavallino parece descabezada y desmotivada, y esa sensación de desasosiego puede que no desaparezca pronto si Red Bull está realmente donde parece estar...
La austriaca está mostrando un tremenendo potencial y para Spa-Francorchamps se espera que Honda aporte unos cuantos caballos más. Da la impresión de que la fiabilidad ya la tiene y aquí hay que dar gracias a Dios de que Pierre Gasly no ande muy entonado, ya que de no ser así, la rossa las estaría pasando todavía más canutas que luchando sólo contra Max Verstappen.
Pero a lo que vamos. Milton Keynes no soporta sobre sí ni una milésima parte de la presión que sufre Maranello. Su propuesta buena era para 2020 y por lo que se ve está cubriendo los plazos hasta el punto de adelantarse y enseñar la patita a mediados de 2019. Esto es bueno, no se puede negar, pero es malo para Ferrari porque, en nada, alguien recordará (volverá a recordar, mejor dicho), que en 2017 y 2018 Red Bull no suponía un grave problema para la italiana y ésta ni atizó a Mercedes AMG ni ha sabido controlar la segunda posición en parrilla.
La de Horner Marko & Cia se está acercando a ritmo de crucero y esto no es algo que anime a ponerse en plan optimista, pues repito: lo está haciendo prácticamente con uno solo de sus pilotos, lo que tarde o temprano llevará a que a la vuelta de las vacaciones de verano —de no enderezarse la situación, claro—, las tormentas de la prensa puedan descargar toda su ira sobre una aventura que tenía todas las papeletas para ser ganadora en pretemporada y con el transcurso de las carreras se ha convertido en una sombra de sí misma.
Vettel tiene su cuota de responsabilidad. Éste parecía el momento adecuado para haberse echado el equipo a sus espaldas y no para dar la razón a Mateschitz en aquello que dijo en 2014 sobre que para seguir siendo segunda (Red Bull) no hacía falta ningún tetracampeón del mundo... Quizás todo consista en esto mismo, en que Sebastian no es el tipo adecuado para liderar un proyecto que por las razones que sean ha encallado, que Ferrari es mucho de enredarse, que Binotto tampoco era el hombre idóneo y que John Elkann y su tropa pueden saber mucho de gestión de empresas pero poquito de carreras. En todo caso, está claro que así La Scuderia no va a ninguna parte ni en 2019 ni en 2020.
Os leo.
La austriaca está mostrando un tremenendo potencial y para Spa-Francorchamps se espera que Honda aporte unos cuantos caballos más. Da la impresión de que la fiabilidad ya la tiene y aquí hay que dar gracias a Dios de que Pierre Gasly no ande muy entonado, ya que de no ser así, la rossa las estaría pasando todavía más canutas que luchando sólo contra Max Verstappen.
Pero a lo que vamos. Milton Keynes no soporta sobre sí ni una milésima parte de la presión que sufre Maranello. Su propuesta buena era para 2020 y por lo que se ve está cubriendo los plazos hasta el punto de adelantarse y enseñar la patita a mediados de 2019. Esto es bueno, no se puede negar, pero es malo para Ferrari porque, en nada, alguien recordará (volverá a recordar, mejor dicho), que en 2017 y 2018 Red Bull no suponía un grave problema para la italiana y ésta ni atizó a Mercedes AMG ni ha sabido controlar la segunda posición en parrilla.
La de Horner Marko & Cia se está acercando a ritmo de crucero y esto no es algo que anime a ponerse en plan optimista, pues repito: lo está haciendo prácticamente con uno solo de sus pilotos, lo que tarde o temprano llevará a que a la vuelta de las vacaciones de verano —de no enderezarse la situación, claro—, las tormentas de la prensa puedan descargar toda su ira sobre una aventura que tenía todas las papeletas para ser ganadora en pretemporada y con el transcurso de las carreras se ha convertido en una sombra de sí misma.
Vettel tiene su cuota de responsabilidad. Éste parecía el momento adecuado para haberse echado el equipo a sus espaldas y no para dar la razón a Mateschitz en aquello que dijo en 2014 sobre que para seguir siendo segunda (Red Bull) no hacía falta ningún tetracampeón del mundo... Quizás todo consista en esto mismo, en que Sebastian no es el tipo adecuado para liderar un proyecto que por las razones que sean ha encallado, que Ferrari es mucho de enredarse, que Binotto tampoco era el hombre idóneo y que John Elkann y su tropa pueden saber mucho de gestión de empresas pero poquito de carreras. En todo caso, está claro que así La Scuderia no va a ninguna parte ni en 2019 ni en 2020.
Os leo.
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