lunes, 27 de mayo de 2019

Max y los pronósticos [13-05-2019]


Vista la actuación de Verstappen ayer en Mónaco, me apetece compartir con vosotros estas líneas que escribí después del Gran Premio de España para mi espacio en TercerEquipo, porque son aceptables todavía y, fundamentalmente, porque en un trazado donde no es clave el motor, nuestro holandés supo sacar astillas de su RB15 aunque, de nuevo, le pudieron las prisas en algunos momentos de la carrera.


Max Verstappen ha encontrado algo que podríamos definir como «la paz consigo mismo», y en estos momentos nos está ofreciendo un recital de madurez que le permite ser tercero en la tabla general de Pilotos a un mundo de los hombres de Brackley, como no podía ser de otra manera, pero, así y todo, ligeramente por delante de Sebastian Vettel, con un monoplaza que ni es un pepino ni está llamado a serlo en lo que queda de temporada porque, para la de Milton Keynes, 2019 supone el primer año después de hacer borrón y cuenta nueva apostando por Honda.

Zamora no se conquistó en una hora, que se decía cuando yo era un chaval, y el caso es que este escenario pausado que se propone entre Red Bull y la japonesa durante esta campaña —amén de que Daniel Ricciardo ya no está para amargarle la fiesta—, ha ejercido su poder catártico para devolvernos un piloto bastante alejado de la imagen de naranja mecánica o Mad Max que nos tenía acostumbrados.

¿Se puede decir que Verstappen es más sólido ahora…?

Sin pensármelo dos veces diría que sí. Max ha encontrado en este inicio de sesión la tranquilidad necesaria para crecer a su ritmo, algo que, por desgracia, no es tan sencillo de conseguir en un universo profesional que ahora está dominado por las prisas y donde es mucho más sencillo perder pie que sacar la cabeza.

Herr doktor Marko tiene que estar contento, su apuesta personal se está demostrando acertada. Max es listo como el hambre y ha entendido perfectamente que 2019 no es como los años anteriores, cosa que me alegra sobremanera. Ya no hay necesidad de significarse ante compañeros más o menos ásperos de dominar, y dejadas las líneas rojas atrás —a Pierre Gasly todavía le falta mucho para aspirar a poder inquietar al holandés—, el asunto consistía ahora en hacerse más y más denso, más frío, más calculador y más inteligente al volante, y en este sentido, se puede decir sin temor a errar que Verstappen está sacando notable alto de forma continuada.

Llevamos cinco carreras a cuestas y Max ha hecho podio en dos de ellas y ha firmado cuarto en las tres restantes. Para los más viejos del lugar estos números significan densidad, algo que antiguamente se tenía en mucha estima.

El de Hasselt tiene muy caro lidiar con Hamilton o Bottas pero saca provecho de la menor oportunidad que le brindan los de Ferrari. En una palabra: sabe elegir en qué guerra se mete. Ayer mismo, tras el rifirrafe después de Elf, con un Vettel más procupado por los retrovisores y la posición de Leclerc, Verstappen se hizo fuerte en la tercera plaza y no la soltó hasta que vio el banderazo final…

Bajo mi humilde punto de vista no se está dando la importancia que merece a esta pequeña gran transformación y de aquí que esté escribiendo estas líneas.

Max es el mismo de antes. Es decir: continúa siendo impetuoso y voraz igual que desde 2015 a 2018, pero ahora ha aprendido a controlarse cuando es necesario, sobre todo cuando puede sacar tajada, que la saca, y si le hacían falta más sacramentos para postularse como un firme candidato a ser Campeón del Mundo a partir de 2020, sin duda, lo visto esta temporada apunta a que está aprovechando la fortuna de verse inmerso en un proyecto que no alberga demasiadas expectativas, para seguir haciéndose a fuego lento y poder disfrutar de esta nueva experiencia acumulada en cuanto tenga oportunidad y lo considere necesario.

El pronóstico parece bueno, inmejorable diría yo. El RB15 adolece de males de juventud, pero es seguro que Newey y Sakura lo arreglan para el RB16 de la campaña próxima…

Os leo.

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