Tiene su puntito de gracia aunque no deja de ser escalofriante: un piloto estropea la carrera a otro, es sancionado como manda el catecismo pero... como hay letra pequeña, así y todo vuelve a tener posibilidades de estropear el Gran Premio a otro conductor más...
Vaya por delante que me gustan las carreras vigorosas, a la antigua usanza. Echo de menos a Montoya y, por qué no decirlo, a Maldonado, pero entiendo, también, que si la actividad pretende cuajar en un público cada vez más almibarado y blandito hay que darle espectáculo en supositorio para que no dañe su tripita. Otra cosa es que en Mónaco sea admisible dar una segunda oportunidad a un Verstappen que jodía en el pitlane, y literalmente, a Valtteri Bottas, y casi jode a Lewis Hamilton en las últimas vueltas al circuito monegasco.
No se alarmen ustedes. No discuto la sanción aunque haya otras veces que en idénticas circunstancias o no se aplican o lo hacen de manera «como para enmarcar». Estoy echando el ratito sobre el despropósito que supone que a Max le entrara por una oreja y le saliera por la otra que los cinco segundos de penalización que había sufrido por su aventura en la calle de boxes no le valían de Patente de Corso para hacer lo que le viniera en gana.
En fúbol, por ejemplo, una primera amarilla supone que a la segunda te vas a la calle. Verstappen tenía que sacar esos 5 segundos de la nada y se fue directo a sacarlos, pero desde mi modesto entender se extralimitó intentándolo en El Principado. A ver, que sabemos de sobra cómo es el gallito de pelea naranja, pero para estas ocasiones está el muro y lo cierto es que éste hizo poco o, lisa y llanamente: nada.
También está la FIA, pero da una pereza tremenda hablar de ella. Podía haber pegado un toque a Red Bull, avisarla de que Verstappen llevaba giros mostrando trayectoria de colisión, advertirla de que o calmaba al chaval o era roja directa si la liaba... Y en esto estamos, en que la autoridad competente prefirió el domingo rascarse el forro de los pantalones, en que la de Milton Keynes hizo dejación de sus funciones, y que Max, estando sancionado, no lo olvidemos, casi arruina el Gran Premio de Mónaco al W10 que le faltaba por joder. ¡Que viva el vino!
Os leo.
No se alarmen ustedes. No discuto la sanción aunque haya otras veces que en idénticas circunstancias o no se aplican o lo hacen de manera «como para enmarcar». Estoy echando el ratito sobre el despropósito que supone que a Max le entrara por una oreja y le saliera por la otra que los cinco segundos de penalización que había sufrido por su aventura en la calle de boxes no le valían de Patente de Corso para hacer lo que le viniera en gana.
En fúbol, por ejemplo, una primera amarilla supone que a la segunda te vas a la calle. Verstappen tenía que sacar esos 5 segundos de la nada y se fue directo a sacarlos, pero desde mi modesto entender se extralimitó intentándolo en El Principado. A ver, que sabemos de sobra cómo es el gallito de pelea naranja, pero para estas ocasiones está el muro y lo cierto es que éste hizo poco o, lisa y llanamente: nada.
También está la FIA, pero da una pereza tremenda hablar de ella. Podía haber pegado un toque a Red Bull, avisarla de que Verstappen llevaba giros mostrando trayectoria de colisión, advertirla de que o calmaba al chaval o era roja directa si la liaba... Y en esto estamos, en que la autoridad competente prefirió el domingo rascarse el forro de los pantalones, en que la de Milton Keynes hizo dejación de sus funciones, y que Max, estando sancionado, no lo olvidemos, casi arruina el Gran Premio de Mónaco al W10 que le faltaba por joder. ¡Que viva el vino!
Os leo.
Lo que es curioso es que estos días no paran de aparecer reportajes por todos lados acerca de lo calmado que está el hijo de Jos, que se ha tranquilizado, que corre con cabeza y sin cometer errores...
ResponderEliminarNo sé si será Branded Content y si Red Bull o quizás Honda se estén gastando medio presupuesto en blanquear a nivel mundial al holandés con los publirreportajes sesgaditos y todos en la misma dirección, pero lo que está claro es que Bottas no es el mecenas de la campañita. Eso seguro.