En general nos puede el hooliganismo por mucho que a algunos se les llene la boca negando la mayor. Mal que nos pese, el fútbol empapa buena parte de la supuesta actividad equidistante que rodea la Fórmula 1, con lo cual, los disparates están servidos sin apenas hacer esfuerzo por encontrarlos. Así las cosas, si alabas a Leclerc estás en contra de Vettel y si... bueno, sabéis de sobra cómo va la historia.
El caso es que Sebastian sigue dando mucho que hablar (muy a su pesar), y me gustaría echar el ratito discriminando el ruido abundante que rodea el inicio de temporada del alemán, ya que el mayor volumen se debe a una prensa que no sabe vivir sin escandalazos y mucho menos sin dramas.
Aquí hay que advertir que Ferrari siempre se lo pone a huevo a los plumillas porque es la reinona de los dramas y rasgarse las vestiduras con ella es uno de nuestros clásicos más enriquecedores.
Si no es por hache es por be, pero Maranello suele cagarla y esto supone campo abonado para que los juntaletras hagan sus pinitos emulando a Pérez-Reverte. No es que le pasen cosas que no les suceden a los demás, es que es Ferrari, tío...
Hombre, los que pretenden ganar el Pulitzer o ser los más guais en redes sociales no se van a meter con Williams ni con Haas, ni con Stroll, porque dan infinito menor juego que La Scuderia, fundamentalmente porque en ellas no habitan popes como Luca Cordero di Montezemolo, un ejemplo —en el corazón del canadiense tampoco hay sitio para alguien como el de Bolonia, no os pongáis tan finolis—, y de suyo, carecen del puntito épico que ha hecho grande a la rossa por siempre jamás y asegura el éxito de los clickbaits o los titulares tendenciosos.
Pero veníamos del hooliganismo y al hooliganismo vamos. Lo he escrito muchas veces pero ahí va de nuevo: la mayoría de los que están cascando a Vettel, Montezemolo incluido, han callado como ramerillas ante el extraño dominio de Red Bull desde 2010 y las estrellas de plata desde 2014. En sentido estricto deberían mantener la boca cerrada por simple decoro, aunque, entonces, tendrían difícil ganarse las alubias a fin de mes. Deben hablar, recordar a Schumacher —una anomalía en Ferrari, como todo buen tifoso sabe—, recordar a Alonso, hacer aspavientos, tirarse los trastos a la cabeza unos y otros o tirárselos al alonsismo, aunque como recordaba El Abuelo en Twitter, a Sebastian llevan tiempo dándole hasta en el cielo del paladar desde los cuatro puntos cardinales del globo y, proporcionalmente hablando, poquito desde España...
Y esto es muy futbolero por mucho que duela leerlo. Ferrari debe ganar pero no puede. El mínimo ejercicio de análisis crítico debería llevarnos a preguntar por qué no lo consigue, aun a riesgo de encontrarnos con un tetracampeón del mundo incapaz de entender que no basta con encender primero las luces del garaje y apagarlas el último. Y es curioso este punto, ya que los que sí comprenden qué es Ferrari miran al alemán con más condescendecia que los hooligans que vieron en él la réplica del Kaiser y avivaron la idea de que iba a hacernos olvidar al asturiano que luchó contra los mismos fantasmas y complejos, pero eso sí, en una escuadra que disponía de casi la mitad de presupuesto que ahora.
Os leo.
El caso es que Sebastian sigue dando mucho que hablar (muy a su pesar), y me gustaría echar el ratito discriminando el ruido abundante que rodea el inicio de temporada del alemán, ya que el mayor volumen se debe a una prensa que no sabe vivir sin escandalazos y mucho menos sin dramas.
Aquí hay que advertir que Ferrari siempre se lo pone a huevo a los plumillas porque es la reinona de los dramas y rasgarse las vestiduras con ella es uno de nuestros clásicos más enriquecedores.
Si no es por hache es por be, pero Maranello suele cagarla y esto supone campo abonado para que los juntaletras hagan sus pinitos emulando a Pérez-Reverte. No es que le pasen cosas que no les suceden a los demás, es que es Ferrari, tío...
Hombre, los que pretenden ganar el Pulitzer o ser los más guais en redes sociales no se van a meter con Williams ni con Haas, ni con Stroll, porque dan infinito menor juego que La Scuderia, fundamentalmente porque en ellas no habitan popes como Luca Cordero di Montezemolo, un ejemplo —en el corazón del canadiense tampoco hay sitio para alguien como el de Bolonia, no os pongáis tan finolis—, y de suyo, carecen del puntito épico que ha hecho grande a la rossa por siempre jamás y asegura el éxito de los clickbaits o los titulares tendenciosos.
Pero veníamos del hooliganismo y al hooliganismo vamos. Lo he escrito muchas veces pero ahí va de nuevo: la mayoría de los que están cascando a Vettel, Montezemolo incluido, han callado como ramerillas ante el extraño dominio de Red Bull desde 2010 y las estrellas de plata desde 2014. En sentido estricto deberían mantener la boca cerrada por simple decoro, aunque, entonces, tendrían difícil ganarse las alubias a fin de mes. Deben hablar, recordar a Schumacher —una anomalía en Ferrari, como todo buen tifoso sabe—, recordar a Alonso, hacer aspavientos, tirarse los trastos a la cabeza unos y otros o tirárselos al alonsismo, aunque como recordaba El Abuelo en Twitter, a Sebastian llevan tiempo dándole hasta en el cielo del paladar desde los cuatro puntos cardinales del globo y, proporcionalmente hablando, poquito desde España...
Y esto es muy futbolero por mucho que duela leerlo. Ferrari debe ganar pero no puede. El mínimo ejercicio de análisis crítico debería llevarnos a preguntar por qué no lo consigue, aun a riesgo de encontrarnos con un tetracampeón del mundo incapaz de entender que no basta con encender primero las luces del garaje y apagarlas el último. Y es curioso este punto, ya que los que sí comprenden qué es Ferrari miran al alemán con más condescendecia que los hooligans que vieron en él la réplica del Kaiser y avivaron la idea de que iba a hacernos olvidar al asturiano que luchó contra los mismos fantasmas y complejos, pero eso sí, en una escuadra que disponía de casi la mitad de presupuesto que ahora.
Os leo.
Ferrari es a la F1 lo que el Rel Madrid es al fútbol
ResponderEliminarEs así...
...por esto mismo, es que necesitas a un Cristiano Ronaldo. Porque a un oponente mejor organizado tácticamente, lo tienes que desestabilizar.
EliminarFerrari es pasión, no hay término medio o todo es negro negrísimo o blanco radiante y esos extremos es lo que no deja centrarse a la Scudería.
ResponderEliminarVettel ha sucumbido a la presión roja y como remate su compañero según parece es un killer de los de antes. En la próxima carrera se va a jugar su estatus dentro del equipo, o gana a Leclerc o será el segundo "pa los restos" y entonces si que lo tendrá negro, negro, negro..............
¿Quién va a contratar como primer espada a una figura que si no lo remedia será un subalterno de lujo?......
Un saludo de un Alonsista.
Ya está sentenciado, no ofrece garantías. Podrá ganar el próximo, y el que le siga, da igual.
EliminarSabiendo que en este mundillo todo se pacta con muchos meses de antelación, ten por seguro que ya hay dos o tres precontratos firmados.
Lo que no pueden es seguir otro año más así. La presión de la prensa es insostenible.
Lo peor de todo, Jose, es que en relación con lo que comentas del dominio de RB y Mercedes, cuando Helmut Marko lo despachó y vino a decir que para el negocio y para lo que iban a hacer en el Mundial no les hacía falta un cuatro veces campeón del mundo, el tiempo parece que le va dando la razón por cómo está montado el tinglado (y que no va a cambiar)... El tema es que a Sebastian no le veo haciendo un ALO y buscando alicientes en otras disciplinas, ni que sea algo más puntual como Raikkönen con los rallies cuando vio lo que le ofrecían en F1 al irse de Ferrari...
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