Quizá todo se reduzca a que cuando ocurren situaciones como la de Notre-Dâme nos reconocemos más frágiles que nunca, pero es algo a lo que uno nunca se acostumbra y en el fondo veo bien que suceda así porque en este tipo de situaciones me siento un poquito más humano.
No estamos preparados para la muerte ni para la desaparición de aquello que amamos. Se digiere, se asume que algún día habrá de llegar, que no vinimos aquí para estar siempre, que nuestro paso es fugaz y el de nuestras cosas aún más, aunque haya quien se quiera llevar consigo todo lo que tiene al cementerio; pero a la hora de la verdad nos sentimos inmortales y actuamos como perfectos irresponsables, como aquellos dioses del Olimpo que por falta de alicientes se dedicaban a jugar entre ellos o a joder al personal.
No quiero desaprovechar esta tarde noche, ni mucho menos dejar de echar el ratito aquí, en Nürbu, para recordar desde estas líneas que el tiempo se nos va de las manos mientras devora nuestros anhelos, nuestra memoria, las querencias que tuvimos, los amores, las caricias, los Quasimodos y las Esmeralda, los sueños que eran y ya no son ni serán, como el fuego ha consumido parte del legado que nos dejaron nuestros mayores porque ellos sí creían en el futuro mientras que nosotros hace tiempo que le hemos dado la espalda.
Os leo.
Resignificarse. Lo que fue madera, volverá como aluminio, acero. El alma, la esencia, si fue auténtica no perecerá. Iteramos, regresamos de nuestras debilidades fortalecidos, más sabios. O desaparecemos en el intento.
ResponderEliminarQuedará más bonita que nunca. No es un edificio, es una idea.
Tienes toda la razón Nurbu, en esta te doy la enhorabuena; al trasladarlo al contexto de F1, es tan fácil caer en millones de datos y complejidades que lo rodea, que a menudo se sobreanaliza para llegar a un resultado, siendo mas simple el asunto; como también a veces se simplifica en demasía para dar como verdaderas ciertas opiniones.
ResponderEliminarSaludos
David F.