Recuperación y ocho cuartos

Existe una cierta tendencia a la agonía entre nuestros plumillas y plumones periodísticos que evidencia que en realidad hay muy poquito de qué hablar. Carlos sufre un problema de motor en Albert Park —el del fondo plano de Lewis ha dado para mayor abanico de tiritas—, Lando acaba duodécimo, con vuelta perdida, pero la conclusión mayoritaria pasa por asegurar a pie juntillas que McLaren va a perder esta temporada como las anteriores, claro. Incluso acabo de leer que Fernando Alonso podría detectar los problemas y casi, casi arreglarlos con sus sabios consejos...

En fin, lo habábamos el otro día [McLaren y el azar], y cabe recordar ahora que por boca de Zak Brown sabemos, o deberíamos saber, o debería saberse, que 2019 no es «el año», ya que la vista está puesta desde la temporada pasada en 2020 o 2021 como horizonte más asequible.

Independientemente de la manía de inmolarse al alba o de meter al Nano en todos los saraos, lo que hay son auténticas ganas de marear la perdiz (poned voz de Marcos Mundstock a esto). Ya desde la presentación del MCL34 advertí que la cosa iba de progreso [In progress (McLaren MCL34)], que el monoplaza, a diferencia del MCL33 de 2018, buscaba disponer de márgenes amplios para evolucionar; incluso me animé a aventurar que para Barcelona (Gran Premio de España) podríamos ver las primeras grandes novedades...

El coche británico no está hecho, y esto es algo que parece de perogrullo, ya que más de media parrilla está utilizando las primeras carreras de esta sesión para ir puliendo sus respectivos proyectos, básicamente como suecede todos los años porque la pretemporada da para poco cuando no eres Red Bull, Mercedes AM o Ferrari. 

Y bien, llegamos a Melbourne, un circuito en el que todo el mundo coincide (con la boca pequeña, por lo que se ve) en que no conviene sacar demasiadas conclusiones porque su asfalto y su diseño no son fetén, y ni es mucho de chasis ni de motor ni de aerodinámica, aunque siendo menos de esta última los primeros cobran más importancia, obviamente. Y bueno, como tenemos también el componente del único paso por boxes, verbigracia de Pirelli, pues como que yo no tengo tan claro que McLaren vaya a tirar otro año a la basura, fundamentalmente por lo que decía más arriba: Woking no aspira a grandes cosas durante 2019 porque tiene su vista puesta en los años siguientes.

Norris lo hizo estupendamente y no merece ser sacrificado en el altar que ya se ha previsto para Carlos Sáinz, ni mucho menos, el la pira agónica que se ha montado alrededor de McLaren. Él, su compañero, y el propio vehículo que conducen ambos, necesitan tiempo y paciencia, pero no porque lo diga yo, sino porque la iniciativa de la británica ha echado a andar bajo el paraguas de otro tipo de premisas, y ni se parece a la embarcada de la campaña anterior ni a la de la etapa Honda.

Hay otros parámetros, otras expectativas, se va paso a paso y me parece demasiado precipitado comenzar a gritar ¡fuego! con veinte carreras por delante. McLaren no es Ferrari ni Red Bull ni Mercedes AMG, y quizá convendría tocar el pedal de freno aunque con ello se pierdan un puñado de lectores y el hype sea menos elevado.

Os leo.