domingo, 17 de febrero de 2019

Torpedo de Ufá


El 95% de las cosas que suceden en Fórmula 1 son mentira. Es mentira que se prime la calidad al volante y es mentira que siempre haya premio al final del viaje.

Tomemos como ejemplo cuatro carreras cualquiera. Australia, Bahrein, China y Rusia en 2016. Fallo eléctrico en Melbourne, séptimo puesto en Sakhir después de que a Sebastian se le fuera la pinza tras haber abierto la puerta más de la cuenta. Podio en Shanghai, tercera plaza en una carrera bastante peleada, por delante de Riccciardo, además. En Rusia cero patatero porque a Vettel se le vuelve a ir la chaveta y a tomar por los santos cojones de herr doktor Marko, quien aprovecha la ocasión para subir al equipo oficial a Max Verstappen en pago a Heineken, reduciendo a Daniil a ser un puto juguete roto como pastilla de caldo Avecrem en agua tibia tirando a caliente...

Kvyat se deshace a partir de ese instante. El ruso no entiende qué ha ocurrido ni en qué ha fallado. Es un claro caso de mobbing de los tantos que hay anualmente en el seno de la Fórmula 1. Ha hecho todo lo que estaba en su mano, y aguanta como puede en Toro Rosso hasta que llega el portazo.

Dicen que nuestro deporte es cruel pero también es mentira. Lo es para esos personajes sacrificables que siempre hacen de atrezzo, para los otros no, para un Sebastian, un Max o un Valtteri siempre hay segundas oportunidades, algo vedado a gente como el torpedo de Ufá

Me gusta el protagonista de esta entrada.

Es de esos tipos genuinos que uno agradece tener siempre cerca. No hay dobleces con ellos. Son como son. Ni muestran aristas ni intuyes que puedan jugártela. Compras a Daniil y tienes Daniil para toda la vida. No hay nada más generoso y rentable que pillar a un personaje de estos. Kvyat se descojona vivo simplemente por encontrarse en pista por dos veces consecutivas con el Mesías de Maranello y termina pagándolo caro, no, carísimo; como si la más pérfida cultura de nuesto deporte hubiese abierto sus cielos y decidiera comenzar a derramar sobre él toda la justicia divina que ni es justicia ni es nada que se le parezca.

El Torpedo de Ufá vuelve al ruedo. Los abundantes cantamañanas que acostumbran a mirar para otro lado venden esta segunda oportunidad como un segundo intento, pero lo cierto es que Daniil vuelve al sitio del que jamás debería haberse ido: la pista, porque un deportista o cualquiera de nosotros, no es nada sin una pizca de confianza alrededor, eso mismo que le ha ha faltado a Kvyat desde que haciendo lo exigible en Red Bull, fue bajado a la de Faenza porque nuestra Fórmula 1 es en la actualidad una porquería que premia las expectativas halagüeñas muy por encima de las realidades.

Kvyat en Toro Rosso y yo que apuesto por él esperando no equivocarme.

Os leo.

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