Luciendo palmito

El sofá es un lugar muy denostado para esto de hacer análisis, pero bien que viene para exfoliar sentado en él, el abundante tejido de molestos aficionados que dan la turrada desde casa, o eso dicen...

Basta aludir a que una vez viste in situ los coches correr, para que el sofá te permita dar lecciones de vida, de santurronería y lo que haga falta; y ¡jolines!, a este juego jugamos todos o debería ser considerado pecado que sólo puedan jugar unos pocos.

Hace años tuve la fortuna de pisar la pista del aeropuerto de Foronda y ni me he vuelto aviador ni nada que se le parezca, que sé que me entendéis. Unos porque andan churris de pelas, otros porque las fechas no les encajan o porque no les compensa dejar de estudiar unos días, y los de allí porque no han conseguido acreditación para chupar wi-fi en Montmeló, todos andan en el sofá luciendo palmito en redes sociales como si les valiera para elevarse sobre el común de los mortales el haber pisado tierra sagrada la temporada pasada o la anterior.

A ver, no es por tocar las narices que seguramente también es por eso, que me conozco, pero en un deporte como el nuestro, que depende tanto de las evoluciones y del día a día como del comer, no estar esta pretemporada supone no estar esta pretemporada y, por tanto, verse obligado a disfrutarla como buenamente se puede, desde el sofá claro.

No estar es no estar aquí y en Cuba. Creo que en Barrio Sésamo lo explicaban a las mil maravillas Epi y Blas en uno de los capítulos. De manera que si no estás es que no estás y entonces no hace falta andar criminalizando el bendito sofá porque tú también lo usas, aunque sea para esbozar homilías que no te ha solicitado nadie.

¿Una vez estuviste? Pues de traca. Tú te lo has llevado calentito. Pero en serio, queda bastante fea y es la mar de petarda la murga esa de que para hablar hay que estar, sobre todo cuando se lanza desde el sofá o la silla delante del ordenador. Cansinos, que sois unos cansinos...

Y nada, que os leo.