Bottas blues

Reconozco que no soy la persona más adecuada para hablar de Valtteri. El de Nastola es un piloto que me gusta, y lo que es peor para el resto del universo: al que entiendo.

A mi modo de ver, su puesto como segundo conductor en Brackley contamina cualquier acercamiento que pretendamos hacer. Desempeñándolo ha contribuido a los dos últimos títulos mundiales tanto de Lewis Hamilton como de la propia Mercedes AMG, algo que si fuera tenido en cuenta como se merece inhabilitaría la tendencia a desacreditarlo que muestra cierto sector de la prensa y algunos espabiladillos. El finlandés es un tipo eficaz, cumple con su cometido, se gana su sueldo y ha sabido asegurar su continuidad en las filas de la alemana.

Hay más cosas. Conoce a su compañero, sabe qué busca su escudería, y desde el simulador contribuye un poquito más a que todo salga como está previsto, razón que justifica su nómina y que sea un tipo muy querido entre los currantes y cuadros de Brackley.

Hamilton también le quiere y lo ha escenificado en reiteradas ocasiones. El rubiales es leal, sabe cuál es su sitio y siempre cumple sus compormisos, incluso cuando su escuadra le solicita que ceda una victoria casi segura porque es más importante para el interés general que la calce su colega de colores...

Pero a lo que vamos. A Bottas se le suele dibujar con brocha gorda aunque yo aconsejaría que se utilizase un pincel de acuarela del triple cero, ya que su calidad humana y profesional da para resaltar infinidad de matices. 

Toto Wolff acaba de destacar que Bottas es un piloto «alfa» como Hamilton. Yo no llegaría tan lejos, desde luego. El de Tewin es mucho Lewis, sin duda demasiado para Valtteri, pero sin querer o queriendo, me viene a la cabeza Nico Rosberg. Del hijo de Keke se decían cosas muy similares a las que se dicen ahora del marido de Emilia, y mira tú por dónde, en 2016, el alemán demostró que le bastaba un milímetro cúbico de suerte para intentarlo y conseguirlo...

Os leo.