lunes, 22 de octubre de 2018

When October Goes


Se me acumulan los octubre y sus veintidós hacen cola. Siempre son las veintidós y diez porque, imagino, incluso los finales deben tener un principio, pero hoy, veintidós de nuevo, de octubre otra vez, cuando la vida se empeña en devolverme a lugares que ya pisé, confieso que me siento incapaz de recordar cuántos años hace ya que en Nürbu parece que nieva a todas horas...

Gorliz tiene un nuevo vecino. Lo escucho ulular cada noche y cada madrugada cuando me levanto. Pude verle hace nada, vigilante sobre la antena de televisión del edificio de enfrente, en silueta con el cielo iluminado por la luna creciente. Aseguran que viene el frío, pero si soy sincero: no me importa.

Nürbu y sus vientos, y esta aventura loca de escribir por si hay suerte y termino quemándome como las polillas cuando se acercan demasiado a la luz del candil. El Nordschleife, sus cunetas y su pista. Los ecos de tantos como lo intentaron y naufragaron, y la soledad, y el silencio y el miedo a caer más todavía, y la esperanza de que el año que viene vuelva a ser veintidós de octubre y estemos aquí la nieve, Nürbu, el búho y todos mis recuerdos.

Te leo.

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