Tonto, que eres tonto...

Apuntaros esta frase: un imbécil jamás se recupera de un éxito, un inteligente siempre lo hará de un fracaso...

A Magnussen le pasa que no le han cortado las alas y continúa originando incidentes con quien cree que está en peor posición que él. Pocos cojones tiene para hacerse una primera plana habiéndoles montado el pollo a un Hamilton o un Vettel. Ahí no, ahí no se mete. Lo hace con ese enemigo imaginario que todos teníamos cuando éramos críos. Y que tampoco os extrañe demasiado que los que están cuestionando en estos momentos la reacción de Alonso, sean los mismos que justificaban a Vettel cuando decidió hacerse el machote con Hamilton en Bakú 2017. La mierda va siempre en el mismo paquete.

El hijo de Jan no le llega a su padre ni a la suela del zapato. Necesita sustantivarse sobre su propia mediocridad y no conoce otra manera que hacer el idiota en cada ocasión que pilla al asturiano por medio. Al estilo Vettel pero en barriobajero, precisa de su minutito de gloria ahora que tiene auto. Cuando no lo tenga, cuando no lo ha tenido, Kevin es Kevin, un bobo de remate en el que José Mota encontrará siempre una manantial de motivos para sus esqueches.

¡Tonto!, ¡que eres tonto de remate! El danés tiene monoplaza como para dedicarse a sacarle astillas en tiempo por giro, pero ha preferido buscarse un némesis que le da cien mil vueltas, y el retrato resulta meridianamente claro: no ofende quien quiere sino quien puede, y Magnussen, además de ser incapaz de llevar su Haas donde puede y debe, se dedica a malgastarse haciendo de tontaco en una película de Mariano Ozores.

Estaré aquí para reírme de él el año que viene, porque este gilipollas no ha entendido todavía que conduce tal vez el último Haas que puede sacar la cabeza. Y como tonto que es, desaprovecha la ocasión porque no sabe hacer otra cosa, ni con Fernando en pista ni sin él.

Os leo.