A nadie se le escapa que alrededor de los W09 de Brackley existe una aureola especial, como si no estuvieran dándolo todo, como si guardaran cartas, como si fuesen lobos disfrazados con piel de cordero.
Hamilton practicamente no ha estado entonado hasta julio, hemos asistido a errores de párvulo desde el muro y a una fragilidad que no se había visto en la maquinaria alemana desde los años 50 del siglo pasado. Bottas ha sufrido de mala suerte... Pero así y todo, Mercedes AMG llega a Bélgica liderando los dos campeonatos.
No son sólo las flaquezas de Maranello. El hecho de que la de las tres puntas esté al frente es coherente con aquel dominio que pudimos percibir en los entrenamientos de pretemporada en Montmeló.
Los W09 parecían entonces incontestables. Lewis y Valtteri conducían casi con un brazo fuera del habitáculo. Ferrari andaba cerquita, pero la anglo-germana daba la sensación (siempre) de tener algo más en el interior de su manga, y lo cierto es que desde Australia no hemos vuelto a ver el party mode, y no me refiero con ello al mapa específico que aporta algunos caballejos en momentos puntuales, hoy tan popular en la parrilla, sino al botón mágico que marcaba una diferencia tan asombrosa como real.
Desde la primera carrera del campeonato 2018 hasta Hungría ha llovido lo suyo, pero no se puede negar que toda la fenomenología que ha rodeado a Mercedes AMG podría deberse, también, a que Brackley ha funcionado hasta ahora en modo calculadora, gestionando los tempos y las distancias con su principal rival. Facilitando el espectáculo, en una palabra.
Desgraciadamente no dispongo de razones para apuntalar lo que estoy diciendo, pero la sensación no me atenaza sólo a mí, lo que siempre supone un consuelo. Podría tirar del tradicional cuando el río suena... pero prefiero remitirme a los hechos: Hamilton en la tabla de Pilotos y Mercedes AMG en la de Constructores, llegan a Spa-Francorchamps como líderes indiscutibles y como claros favoritos a romper la banca en Abu Dhabi. Porque están fuertes y porque da la sensación de que en el momento menos pensado pueden dejar de lado su disfraz para mostrarse tal cual son.
Os leo.
Os leo.
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