martes, 24 de julio de 2018

From Nothing Comes A King


Todos los días nacen leyendas del deporte, de la literatura, de las artes... venga, va, también de la ingeniería, la medicina o las ciencias. Otra cosa es que sepamos reconocerlas, o mejor, que ellas puedan consolidarse sin necesitarnos...

Jamás he pedido perdón por considerarme seguidor del mejor piloto de Fórmula 1 de la última década y media, ni creo que lo haga. Estoy mayor y me siento cada vez más perezoso cuando los cuernos y timbales llaman a batalla, lo que no me impide saber lo mucho que he dado a todo esto y de los muchos cobardes que me han rodeado. Me queda correa, eso es lo importante para mí, y quiero creer que para vosotros.

El caso es que vi a Arturo, antes de ser Rey, extraer la espada Excalibur de la piedra donde descansaba hasta que el elegido la rescatara, y desde aquella Hungría de 2003 no he parado de sorprenderme de lo genuinamente idiotas que son algunos especímenes del género humano. Los plumillas, juntaletras y cagatintas, se ofenden si les digo que no son buenos periodistas porque no saben ir un poquito más lejos de lo que acreditan los números y las estadísticas, porque a cada dato que ellos aportan yo puedo poner un contexto, y cuando ellos olvidan arteramente que el protagonista de esta entrada, además de dos títulos mundiales acumula tres subcampeonatos, dos de ellos disputados a degüello, voy yo y se lo recuerdo.

Que me aspen si no hay que ser leyenda para después de haber estado barajando a Charles Leclerc como recambio natural de Kimi Raikkonen, proponiendo al monegasco como el tipo que podía poner las pilas a Sebastian Vettel en 2019, la prensa que se dice especialista postula para el mismo papel a un tipo que destruye equipos, que no deja títere con cabeza por donde pasa, que está acabado, que se arrastra por los circuitos, que mejor haría si se fuese a la IndyCar o a tomar por el mismísimo saco con tal de dejar de molestar.

Hay que ser leyenda para todo esto porque, si no, habría que aceptar que nuestros manatiales y abrevaderos de información son perfectos gilipollas del culo.

No os agobiéis, nuestros letrados son cobardes, es eso lo que pasa. Tienen ante su nariz una leyenda de las de antes pero prefieren reverenciar a un tipo que hace genuflexiones ante su coche después de haber logrado un título por incomparecencia del rival y por tan sólo un miserable punto (2008), los dos siguientes con el compañero maniatado (2014 y 2015), y el último de su casillero, conseguido porque su principal oponente se pegaba un tiro en el pie y dos en la nuca con la misma automática y a mismo precio (2017).

Un supuesto mindundis como Nico Rosberg supo romperle las piernas a Lewis en 2016 a igualdad de coche y alternativas —que habría que ver cómo quedó de cierto lo de tanta igualdad—, pero tanto da, sustantivamos la bobada y luego nos rasgamos el traje a rayas cuando alguien nos llama iluso en público. Todo bien, como no podía ser de otra manera. Hay leyendas de verdad y luego están las otras, las que se empeñan los de arriba que demos por indiscutibles. Pero yo vi en Hungría 2003 a Arturo tomando la empuñadura de Excalibur para despertarla de su sueño, y aunque el asturiano ande ahora sobreviviendo a McLaren, y de aquella manera, entiendo que el cuento es diferente si lo cuenta Caperucita que si lo recita el Lobo.

Soy más de cánidos que de muñecas, qué os voy a contar...

Os leo.

7 comentarios:

  1. YoYo tambien via Arturo sacar la espada de la piedra en 2003 y desde entonces tengo claro que es un mito de este deporte, le pese a quien le pese. Hay veces que no entiendo qué carreras ven algunos.

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  2. [APLAUSOS]

    Un pequeño inciso: para mí quedar tercero, empatado con el segundo y a un punto del primero... aunque no aparecerá en las estadísticas, eso es ser subcampeón (en el famoso 2007) ;)

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  3. Soberbio maestro.....que escueza ;)

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  4. Seguiremos esperando a que Arturo vuelva a despertar y ponga todo en su sitio con otros dos mundiales. Sino es así, podré decir que he visto a uno de los tres grandes de la historia, Fernando Alonso Diaz.

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  5. Bravísimo Sr.! Escuece mucho lo que pudo ser y no fue; o lo que fue y no queremos ver ni aceptar ni dar el debido respeto que se merece a tremendo piloto de nuestra generación; y mas aún hablando de contextos que Ud. dice que relativiza los -fríos- datos. Forza.

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  6. Este escrito del gran José es para enmarcar.

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