Daniel y el auténtico mago de Milton Keynes

Herr doktor nos tiene tomada la medida. Él, que guarda tantos y tantos secretos bajo la almohada, ha decidido que sepamos de qué ventajillas disfruta Daniel con la intención de que seamos equidistantes y justos en nuestra valoración de Flying aussie, y, lógicamente, hemos picado porque nos han educado para picar, o mejor dicho: porque se nos ha olvidado cómo evitar los anzuelos.

Casi escucho a mi buen amigo Javi, el de El Buchito Cubano de la calle Allende de Bilbao, hablándome de los mansos, esa gente que con tal de dormir bien y tener la tripa llena es capaz de tragar con todo. Y sí, Marko conoce el percal, que es a lo que vamos, y ha ordenado aliviar las sentinas de la nave para que nuestros tiburoncillos, en vez de tronistas de Mujeres y Hombres y Viceversa, que es lo que son, se sientan escualos de verdad comiendo deshechos.

Quería dedicar estas líneas a un hombre al que admiro, y quiero. Atraviesa un mal momento, de esos que sacan lágrimas en los ojos a los más recios. Pierde un amigo y no tengo paisajes para aliviar su dolor, pero me quedan mis palabras y se las voy a regalar batiendo las líneas enemigas donde más les duele: hablando de la cobardía que ha convertido a tipos como herr doktor en un semidiós a pesar de sus notables pies de barro.

Nadie le ha hecho al austriaco las preguntas correctas, nadie ha osado importunarlo metiéndole el dedo en salva sea la parte. La academia Red Bull era una trituradora y no un reino de Taifas. Todos le han mirado arrugando la mirada, y es normal, que ahora, cuando él, exclusivamente él, ha decidido llevar a Daniel al sacrificio público, los mansos se hayan sentido reconfortados porque por fin pueden dormir tranquilos: Ricciardo tiene secretos, es culpable, como todos...

Pero Daniel no es como todos. Ha sido el tipo que no debía estar ahí, el hombre que mostró las miserias de Vettel en 2014, el fenómeno del que apenas se hablaba. Un individuo leal como un perro, y entendedme bien esto. Y cuando se ha rebelado con su papel de gregario ha sido cuando el energúmeno que ha creado la prensa cobarde ha decidido pisotearlo para regocijo del respetable.

Y uno puede callarse ante este tipo de cosas o coger el toro por los cuernos y señalar a los auténticos culpables. Los mansos, de nuevo, Antonio. Esa turba de fenómenos que creen que el rigor consiste en apañar al español los contenidos que se vierten ahí arriba, en el manantial de todas nuestras casuísticas, en la imprenta donde se imprime nuestro catecismo, acuñado en inglés, mayormente, claro...

—¡A los palos y vergas! ¡Quiero esas velas ahítas de viento! ¡Todo a estribor, vamos a darles de nuevo...! ¡Primera línea preparada y la segunda lista, y la tercera esperando órdenes...!

Vamos a morir todos, pero por no presentar batalla, lo que resulta bastante imbécil por nuestra parte.

Helmut Marko es un engreído y un impresentable. Ha puesto a los pies de los caballos al único piloto que puede llevar Red Bull a la espalda. Asesinó por la espalda y con nocturnidad alevosa a Jaime Alguersuari y ha decidido quitarse de encima a Ricciardo. El actor secundario Horner tiene poco que decir aquí. El de Graz manda, y bien Daniel ya está a salvo lejos de Milton Keynes, circunstancia que me alegraría, o va a pasarlas francamente putas gracias a que nuestro periodismo moderno ha olvidado para qué sirve hacer preguntas y se limita a pasar la lengua por el lugar más indicado y menos molesto, of course!

Os leo.