Uno de los mayores alicientes de las 24 Horas de Le Mans (24 Heures du Mans, en francés) consiste en la posibilidad abierta de asistir a uno de eso duelos míticos que acaban quedado en la retina de los aficionados, aunque cabe advertir desde el inicio mismo de esta entrada, que si son considerados míticos, vibrantes, electrizantes o como queramos señalarlos, es precisamente por su escasez.
Y es que proporcionalmente hablando, este tipo de mano a mano no son precisamente el pan nuestro de cada día en la hoy por hoy carrera de Resistencia por antonomasia.
Tampoco es que no los haya, y abundantes, sobre todo en las categorías inferiores, donde la igualdad entre plataformas resulta más evidente y palpable, aunque como venimos diciendo, en la categoría reina son escasos por la propia idiosincrasia de la cita, ya que cualquier ventaja, por pequeña que sea, se transforma con el paso de las horas en un espacio gigantesco e insalvable que acaba anulando cualquier posibilidad de pulso en la cumbre.
Recordábamos hace poco la considerada mejor Le Mans de todos los tiempos [La mejor edición (#BlueTrain/021)], y destacábamos como factor a tener en cuenta que Peugeot corría con un coche de final de ciclo mientras que Audi estrenaba proyecto en 2011, ya que aquí radicaba una supuesta igualdad en pista que hizo que todos los avatares que rodearon la prueba incidieran en su intensidad y la mantuvieran viva hasta el momento mismo de ver la bandera a cuadros.
En 1999, otro ejemplo que tocábamos de refilón hace una semana y media [Y se van... (#BlueTrain/019)]...
Toyota pretendía revalidar lo conseguido por Mazda en 1991 pero se encontró con una de las ediciones con presencia más fuerte. No obstante, supo sobrevivir en pista con un coche sensiblemente más lento pero también más fiable, el GT-One (TS020), y la japonesa, aprovechando la imperiosa necesidad que tenía BMW de ganar la carrera y que para cumplir su objetivo precisaba de no exprimir al 100% el V12 VMR, lanzó a su unidad número 3 en pos de amargar la fiesta a la bávara. Cosa que casi consigue de no ser porque un inoportuno pinchazo deslució la brutal remontada de Ukyo Katayama durante los últimos compases de la carrera francesa...
Podríamos seguir recordando duelos de verdad en las 24 Horas de Le Mans, pero lo cierto es que no hay demasiados, por eso los queremos y valoramos tanto.
Os leo.
Recordábamos hace poco la considerada mejor Le Mans de todos los tiempos [La mejor edición (#BlueTrain/021)], y destacábamos como factor a tener en cuenta que Peugeot corría con un coche de final de ciclo mientras que Audi estrenaba proyecto en 2011, ya que aquí radicaba una supuesta igualdad en pista que hizo que todos los avatares que rodearon la prueba incidieran en su intensidad y la mantuvieran viva hasta el momento mismo de ver la bandera a cuadros.
En épocas anteriores ha habido finales trepidantes en los que han intervenido coches de diferentes marcas en situación pareja, lo que nos permite llamarlos duelos de verdad, pero como mencionaba al principio, se pueden contar con los dedos de una mano.
En 1969, por ejemplo. Porsche era clara favorita con sus recién estrenados 917, y a pesar de haber perdido una de sus unidades cliente en un accidente durante la primera vuelta que resultó fatal para el piloto inglés John Woolfe, impuso su ley sobre el asfalto de La Sarthe hasta casi el mediodía del día siguiente, cuando la rotura de la caja de cambios del coche alemán número 12 dejó expedito el camino hacia la victoria para el Ford GT40 conducido por Jacky Ickx y Jackie Oliver. Pero en ese instante, la de Stuttgart ordena a uno de sus viejos 908 que ataque, y Hans Hermann y Gerard Larrousse obedecen, y lo que parecía terminado revive en un mano a mano que durará hasta el final y que se inclinará definitivamente del lado del coche americano, pero tan sólo por un centenar de metros de ventaja sobre su feroz oponente.
En 1999, otro ejemplo que tocábamos de refilón hace una semana y media [Y se van... (#BlueTrain/019)]...
Toyota pretendía revalidar lo conseguido por Mazda en 1991 pero se encontró con una de las ediciones con presencia más fuerte. No obstante, supo sobrevivir en pista con un coche sensiblemente más lento pero también más fiable, el GT-One (TS020), y la japonesa, aprovechando la imperiosa necesidad que tenía BMW de ganar la carrera y que para cumplir su objetivo precisaba de no exprimir al 100% el V12 VMR, lanzó a su unidad número 3 en pos de amargar la fiesta a la bávara. Cosa que casi consigue de no ser porque un inoportuno pinchazo deslució la brutal remontada de Ukyo Katayama durante los últimos compases de la carrera francesa...
Podríamos seguir recordando duelos de verdad en las 24 Horas de Le Mans, pero lo cierto es que no hay demasiados, por eso los queremos y valoramos tanto.
Os leo.
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