Por aquello de echar el ratito sin que se note demasiado, rescato otro texto escrito para Diariomotor, esta vez en 2014, porque mañana volveremos a escuchar hablar de los límites de la pista del Red Bull Ring y de cómo Charlie (Whiting) se pone dramático, o denso, o escrupulosamente escrupuloso, ya me entendéis...
A pocos minutos de que comience la octava prueba del Mundial 2014 de Fórmula 1, quizás convenga mencionar que una de las circunstancias que hacen del circuito Red Bull Ring un un lugar sumamente rápido radica en lo suaves que son los pianos de sus curvas, cuestión que facilita que los pilotos, en sus evoluciones, se tomen algunas libertades con ellos que sencillamente no son asequibles en otros sitios.
A pocos minutos de que comience la octava prueba del Mundial 2014 de Fórmula 1, quizás convenga mencionar que una de las circunstancias que hacen del circuito Red Bull Ring un un lugar sumamente rápido radica en lo suaves que son los pianos de sus curvas, cuestión que facilita que los pilotos, en sus evoluciones, se tomen algunas libertades con ellos que sencillamente no son asequibles en otros sitios.
Como es de sobra conocido, los conductores exprimen hasta sus últimas consecuencias las posibilidades que ofrece la pista en aras de pulir la trazada para conseguir con ello optimizar las prestaciones del vehículo en las salidas de los giros, fundamentalmente en cuanto a tracción y estabilidad dinámica se refiere y cómo no, tratando de conseguir, de paso, limar unas milésimas o centésimas al cronómetro que pueden resultar vitales al final de la vuelta o incluso de la carrera.
En este sentido, los pianos forman parte integrante de la propia curva y salvo que los monoplazas superen sus lindes con las cuatro ruedas se consiente que sean pisados, a veces sin compasión, con la intención de obtener cualquier tipo de ventaja en la trazada. Obviamente, cuanto más suaves en tallado y composición resulten, más sencillo será sortearlos porque el nivel de afectación sobre los neumáticos, las suspensiones, y el propio chasis, será así mismo mínimo.
El trazado de Spielberg, recientemente remozado por Red Bull y que a día de hoy supone la casa de la escudería de Milton Keynes, es un claro ejemplo de cómo el diseño de sus pianos ayuda a mejorar la rentabilidad de los coches que lo recorren.
Compuesto por una consecución de curvas de radio amplio y tres zonas más o menos rectas, dos de ellas de mediana longitud y la tercera de golosas dimensiones, las frenadas son fuertes en los cambios de dirección de los giros 1 y 2 y la velocidad resulta muy alta en puntos claves como el giro número 8, previo a la recta de tribunas y lugar donde Lewis Hamilton, cometió ayer por la tarde un error que fulminó sus aspiraciones en clasificación.
Lógicamente, debido al diseño de los pianos que estamos comentando, tanto el interior como por el exterior de las curvas del Red Bull Ring suponen una tentación casi irresistible para los pilotos más fogosos, y puesto que valorar los excesos en sus partes más amplias resulta en cierto modo sencillo pero no es así en sus codos internos, la FIA recomendó a la organización del Gran Premio de Austria colocar en estos últimos las tradicionales baguettes que impidiesen que los vehículos acorten por ellos.
Disponen de un llamativo color amarillo que supone un aviso visual, ya que gracias a su generoso volumen podrían originar algún daño que otro a las suspensiones delanteras o los fondos planos de los monoplazas de aquellos pilotos que se pasen buscando apurar los centímetros que, entre asfalto y pianos, pone a su disposición el precioso circuito de Red Bull Ring, que recordemos, vuelve a la Fórmula 1 tras años de haber estado ausente.
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