sábado, 26 de mayo de 2018

La mejor edición [#BlueTrain/021]


Algo habrá de cierto cuando la mayoría de especialistas sigue coincidiendo en que la edición de 2011 de las 24 Horas de Le Mans, es, sin ningún genero de dudas, la candidata perfecta para ser considerada a día de hoy la mejor de todas las celebradas hasta el momento, que no son precisamente pocas.

Audi y Peugeot habían decidido que se iban a ver las caras, y bien vistas, de forma que el pulso se inició desde el instante mismo de la arrancada con la escuadra alemana intentado distanciarse y la francesa buscando no dejar huecos, lo que imprime un ritmo endiablado a la prueba que acabará pagando caro Allan McNish en Dunlop, cuando tratando de superar a un doblado al comienzo de la tarde, estampa a altísima velocidad su R18 contra las protecciones, haciéndonos temer lo peor.

Por suerte para todos, el británico sale por su propio pie del amasijo de metal en que se ha convertido su coche, no obstante, la armada Audi pierde uno de sus defensores quedando por delante prácticamente veintidós horas y media.

Después de la neutralización el 3 a 3 inicial se ha descompensado, lo que implica que Audi redoble sus esfuerzos en pista y que Peugeot quiera hacer valer su ventaja estratégica. Los 908 HDI FAP de la gala van muy bien pero muestran síntomas de ser los últimos representantes de una expecie en extinción, de hecho, Peugeot no disputará el campeonato del año siguiente. También los R18 alemanes van bien, muy bien, pero evidencian que son dignos ejemplares de una estirpe que acaba de nacer. 

Son dos dinámicas contrapuestas que se enfrentan sobre el circuito de La Sarthe durante la septuagesimonona cita de la carrera. También son dos filosofías, aunque el objetivo sea el mismo: ganar, porque para Peugeot es vital hacerlo en el año de su retirada, y porque para Audi supone revalidar su dominio. Y esta fuerte rivalidad se masca en cada centímetro de asfalto disputado y en cada giro. Y Ulrich y Quesnel —los directores de cada equipo—, comprenden antes de que la oscuridad se cierna sobre Le Mans que no va a haber ningún espacio para el descanso porque la guerra es a degüello y nadie hará rehenes.

Y en mitad de la noche el drama se incrementa. Rockenfeller apura un adelantamiento y lleva su R18 contra las barreras a 300 kilómetros por hora...

La de los aros se enfrenta a intentar alcanzar la victoria corriendo en territorio de lobos con el único representante que le queda, el vehículo conducido por Treluyer, Lotterer y Fässler, el Audi dorsal número 2. Y allí mismo dará comienzo una carrera dentro de la carrera, episodio en el que Wolfgang Ullrich nos ofrecerá una lección magistral de estrategia que no lograrán empañar las marrullerías a las que recurrirá Olivier Quesnel en su vano intento porque sus coches impidan lo inevitable.

Audi se impone. Supera su inferioridad jugando al límite, arriesgando, a lo grande. En pista, los hombres de la alemana fuerzan las circunstancias con tal de contrarrestar la fea y a veces extremadamente dura resistencia de los coches franceses. Incluso sobre piso mojado. En garajes, se decide estirar la vida de los neumáticos del R18 para ganar unos segundos que al final resultarán vitales.

¿La mejor edición? ¡Seguramente!

O leo.

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