Rikky se llamaba en realidad Frederick, y ha pasado a la historia de nuestro deporte como una de esas tarjetas de prepago telefónico que uno nunca sabía por qué duraban menos de lo que se había abonado al comprarlas.
Hijo de su tiempo y de Fritz von Opel —archiconocido por su empeño en propulsar y conducir todo tipo de cacharros con cohetes, actitud vital que le valió el sobrenombre de Rocket Fritz—, era, obviamente, nieto de Wilhelm Opel y bisnieto de Adam Opel, el impulsor de la saga que pasó de fabricar máquinas de coser a bicicletas y posteriormente coches, lo que se dice en casi lo que dura un capítulo de Vikings. Pero a pesar de los antecedentes genealógicos, el protagonista de esta entrada no tuvo demasiada suerte en este aspecto.
Dicen que la primera generación de un apellido de renombre sabe lo que significa trabajar duro, que la segunda cuida del legado y lo prolonga, y que la tercera tiende a desperdiciarlo porque normalmente crece entre algodones; y a pesar de que hemos mencionado cuatro Opel, lo cierto es que para que nos salgan las cuentas hay que descontar a Adam, el primero de ellos, ya que tuvo la suerte de casarse con Sophie Scheller y fue ella quien, a la muerte de su esposo, alumbró la idea de meter al linaje en la fabricación de automóviles.
Bien, las mujeres no cuentan y todo eso, así que el primer Opel importante para lo que estamos tratando es Winhelm, quien se gana el tratamiento de «von» para el apellido familiar y flirtea con los nazis. Luego viene Rocket Fritz y ya, muy descolocado, llega Rikky, quien para colmo, no nace en Rüsselsheim am Main como sus antecesores, sino en New York. Vamos, que es un Opel pero no es alemán de cuna.
Frederick es un tipo bien parecido y con pasta, y ve en la Fórmula 1 la oportunidad de dejar con un palmo de narices a todos aquellos que cuestionaban su liviana forma de vida. Son los años setenta —¿dónde coño estaba entonces Carlitos, el de Cuéntame?— y pilla en el camino a un tipo al que habría que dedicar alguna vez no una entrada en esta miseria de blog, sino un tomo de la Enciclopedia Británica.
Morris Nunn, más conocido como Mo Nunn, ve cacho en las nobles aspiraciones de Rikky y lo sube a un coche como había hecho Alexander Fermor-Hesketh con James Hunt practicamente por las mismas fechas, pero sin tanto romanticismo ni tanta leche, no nos equivoquemos, que parte de la aventura la paga el bisnieto de Adam de su propio bolsillo.
¿Nunn necesitaba tela marinera y encontró en Rikky el pardillo imprescindible...? Podría ser, el caso es que Frederick von Opel no hace mucho en pista salvo pasear el imponente Ensign N173, eso sí, entretanto se labra un nombre y disfruta de la existencia, básicamente lo mismo que hacía su padre poniendo cohetes a los cachivaches más extraños.
Linajes y guerras paternofiliares aparte, el alemán que no lo era se cansa de Nunn y sus tejemanejes y en cuanto ve posibilidad de subirse a un Brabham en 1974, la aprovecha. Bernie también necesitaba parné entonces, pero los BT44 eran mucho más resultones que los Ensign y permitían ligar y beberse la vida a sorbos más y mejor...
No sé si os habéis dado cuenta. A Morris le llamaban Mo; a Bernard Charles, Bernie; Maximiliam Mosley era simplemente Max... Rikky, llamándose así, en abreviatura, ganaba dos o tres décimas por vuelta donde realmente hacía falta: ahí fuera, lejos de los circuitos, donde tenía auténtico sentido jugarse el pellejo sobre el asfalto siendo el bisnieto de la olvidada Sophie.
Os leo.
Que reflexión más apropiada, Maestro
ResponderEliminarEn estos días nos enteramos que el bueno de Wehrlein paga sus pecados (nunca supe cuáles fueron; talento parecía no faltarle) degradando su carrera de F1 en DTM.
ResponderEliminarMientras tanto los Stroll, Opel, "el otro" Schumacher, y tantos otros disfrutan o disfrutaron de una extendida carrera en "la máxima".
Cuando lo dices en nuestros días sale algún "esto antes no sucedía". Pero queda claro que siempre, a lo largo de la historia de la humanidad, la pasta ha sido directora y artífice de las mas increíbles hazañas, deportivas y de otras...
Wolff tiene un trauma exagerado desde que se le escapó el holandés . Tiene pesadillas .
ResponderEliminarY desde entonces , el y Niki , se lo pasan buscando al nuevo Máx sin importar los juguetes rotos que se quedan por el camino.....
Te leo maestro .