miércoles, 10 de enero de 2018

El camino del guerrero [22-04-2017]


Después de Nürbu, Momento GP ha sido el espacio donde más he escrito sobre el fallido proyecto McLaren-Honda. Y lo cierto es que cogí pronto el toro por los cuernos, no había terminado abril de 2017 y ya andaba yo intentando explicar aquello de que Roma no se hizo en un día...


Imagino que habrá quien ha esbozado una sonrisa al leer el título. ¡Al diablo se le ocurre venir ahora con éstas! ¡Con la que está cayendo! ¿En serio…?

El caso es que echando la vista atrás no veo razón alguna para renunciar a hablar del proyecto McLaren-Honda en términos positivos un sábado por la noche, hoy mismo, asumiendo que la mayoría de los que me estáis leyendo no tenéis paciencia suficiente como para entender la profundidad del término «camino», ni por supuesto, qué hay detrás de la palabra «guerrero».

Ahora bien, recordando todos los años que llevo en esto, primero como simple aficionado y mucho más tarde como bloguero, no hay espacios en mi memoria que no estén plagados de iniciativas que tardaron tiempo en cuajar y de pilotos que o bien no alcanzaron sus sueños, o perdieron la vida intentándolo, o tuvieron que posponerlos porque no quedaba otra.

Así, a bote pronto, me viene a la cabeza Niki Lauda. Me gusta el austriaco. Fue el primer conductor de mi era que ganó un título de pilotos montando una Ferrari. Imaginaros con catorce o quince años qué significaba eso…

Luego leí que había abandonado en Fuji y durante 1977 no entendí muy bien qué sucedía con él que lo llevó al final de la temporada a marcharse de Maranello con el número 1 bajo el brazo, para comenzar a correr con Brabham, la escudería del por entonces patrón Bernie Ecclestone. No hizo gran cosa ni en 1978 ni en 1979. Se retiró después para cuidar de sus aviones y años más tarde volvió para pilotar un McLaren. En Woking tampoco lo tuvo fácil, hasta que se llevó el Mundial de 1984 debieron transcurrir otras dos campañas más, y ya sabemos cómo fue aquello: se impuso a Alain Prost por tan sólo medio punto.

Con el tiempo, Niki me sigue gustando a pesar de lo bocachancla que resulta a veces, pero siento un profundo respeto por él porque lo considero un auténtico peleón a la vieja usanza.

Por cosas de la edad también tuve la fortuna de asistir a los primeros pasos de la era turbo, a los primeros kilómetros que recorría The Yellow Tea Pot, al desdén con que se miraba aquel proyecto francés que terminó definiendo una época.

Eran los tiempos del efecto suelo, la tendencia entonces era el Lotus 78, el primer wing car, que no obtuvo éxito hasta 1978 (Lotus 79) porque el año de su estreno Lauda ya llevaba la calculadora integrada en la cabeza. Luego no vinieron más triunfos a pesar de que las ideas de la británica habían cuajado en la parrilla. En 1979 el Mundial se lo llevaba Ferrari (Jody Scheckter), en 1980 le tocó a Williams (Alan Jones), en 1981 a Brabham (Nelson Piquet)…

Os hablaba en la tercera entrada de este mi pequeño rincón en MomentoGP [Cariño, cuéntame algo que no sepa], de que el reglamento actual no permite excesos como aquellos que os he relatado. La Fórmula 1 ha cambiado tanto que a veces no la reconoce ni la madre que la trajo al mundo, pero si goza de una seña de identidad que practicamente no ha cambiado a lo largo de las temporadas, ésta es, sin duda, que si se trabaja lo suficiente tarde o temprano acaban llegando los resultados.

No es así siempre, tampoco quiero engañaros, pero lo que es seguro aquí dentro es que si aflojas o tiras la toalla, fijo que no logras nada.

Pues bien, el trabajo que están desarrollando tanto en Woking como en Sakura es ingente aunque aparentemente no satisfaga a nadie, pero el trayecto no era fácil salvo para los vendeburras que se agarran a un clavo ardiendo con tal de aumentar los clics o colocar ejemplares y han olvidado, o desconocen, que la esencia de la Fórmula 1 es la evolución sin tregua. Recorrer caminos que a veces no llevan a nada y otras sí, pero en los que siempre hay detrás una enorme cantidad de esfuerzo que rara vez percibe el aficionado, y que para recorrerlo, se hace necesario que desde el piloto al último mecánico, todos entiendan perfectamente lo que significa comportarse como auténticos guerreros.

Os leo.

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