Si somos sinceros y nos dejamos de vainas, podemos reconocer abiertamente que el antialonsismo abusa más de este término que sus supuestos enemigos naturales.
Es un poco como la estrella de David que los nazis obligaban a llevar a los judíos, pero al revés. Han elegido llevarla y la han cosido a las solapas de sus abrigos para que vean los demás que han sido señalados como ratas por el rebaño de ovejas. Y el caso es que si te comportas como una rata y te mueves como una rata, a lo peor eres un vulgar roedor que necesita andar entre la basura de los demás, mintiendo e inventando historias con tal de sobrevivir... Vamos, que ni hace falta que nadie te señale con nada para resaltar lo evidente.
Es un poco como la estrella de David que los nazis obligaban a llevar a los judíos, pero al revés. Han elegido llevarla y la han cosido a las solapas de sus abrigos para que vean los demás que han sido señalados como ratas por el rebaño de ovejas. Y el caso es que si te comportas como una rata y te mueves como una rata, a lo peor eres un vulgar roedor que necesita andar entre la basura de los demás, mintiendo e inventando historias con tal de sobrevivir... Vamos, que ni hace falta que nadie te señale con nada para resaltar lo evidente.
Es triste pero en este mundo vivimos. Cuando has sufrido acoso del bueno, de ese que te destroza por dentro y del que cuesta años recuperarse, décadas, y de aquella manera porque siempre te sientes tocado y frágil como el cristal cuando menos lo esperas, sabes perfectamente dónde anida el huevo de la serpiente, que diría mi poético y malnacido Prostvuelve.
Lo hueles, percibes a qué sabe, casi puedes tocarlo antes de que suceda...
Lo hueles, percibes a qué sabe, casi puedes tocarlo antes de que suceda...
Desgraciadamente podría dar algunas lecciones sobre esto que os estoy contando. De hecho di una charla a víctimas de mobbing que no quise repetir porque me hizo más daño del que había calculado al aceptar compartir mi propia experiencia en público. Las víctimas no llegan a calibrar por qué han sido elegidas por mucho que se les diga una y otra vez que no existen razones personales en la elección que hace sobre ellas un perverso. Ocurre, sucede sin más que un hijoputa decide joderte la vida y tú te conviertes en un invitado de piedra, en su invitado de piedra, y a partir de ahí lo curioso del caso es que el 90% de las cosas que pasan te atañen y te destrozan mientras el acosador sólo se divierte y sacia sus impulsos...
Hay mucho de esto en redes sociales pero con vuestro permiso me voy a dejar de hacer espeleología en el interior de mis entrañas. Dejémoslo en que están ahí y que en cuanto huelen a presa fácil salen de sus laboratorios de perversiones para seguir jodiendo a la gente con la excusa de cualquier chorrada.
La Rolex 24 at Daytona está siendo su última y cercana oportunidad. En la edición de este año participa Fernando Alonso y no han reparado en gastos a la hora de enfatizar la polaridad idiota entre antialonsismo y alonsismo, entre buenos y malos aficionados, como si las etiquetas significasen algo.
No entienden, ni entenderán jamás, que el asturiano nos está abriendo a muchos un mundo desconocido que gracias a él nos apetece tocar. No asimilan que el motorsport no les pertenece ni que sea posible que a uno, a cualquiera, le apetezca descubrirlo cuando le da la real gana, no cuando dicen ahí arriba que es la hora. Son el no por respuesta, la traba en la frase, el contrapunto innecesario y contraproducente, el postureo o el por desgracia soy así, pero se hacen valer y medran porque tenemos miedo a llamarlos por su nombre: ratas, acosadores, trolls de medio pelo, etcétera.
Mañana comienzan las 24 Horas de Daytona y tenemos cuato compatriotas compitendo en la cita. Desde Molina a Juncadella, pasando por el gigante García o por el desubicado Alonso, creo que tenemos la obligación de sentirnos satisfechos sean cuales sean los resultados. Los de siempre no lo entenderán, pero que se jodan. Va a ser una oportunidad única y podremos contársela a nuestros nietos como yo le contaré a los míos que una vez estreché la mano de Gainza, o que compartí taxi con Juaristi o besos con Ana María Matute, o que me senté hombro con hombro con Philip Glass...
La de este fin de semana es una cosa que sólo ocurre cada mil años. Tenemos obligación de sentirnos felices y de correr a sartenazos a los triunfitos que han decidido chafarnos la fiesta siendo tan imbéciles como para no reparar en que se están portando como vulgares acosadores en redes sociales. Disfrutarlo, ¡coño! No dejéis pasar la oportunidad, no temáis llamar a los malos por su auténtico nombre...
La Rolex 24 at Daytona está siendo su última y cercana oportunidad. En la edición de este año participa Fernando Alonso y no han reparado en gastos a la hora de enfatizar la polaridad idiota entre antialonsismo y alonsismo, entre buenos y malos aficionados, como si las etiquetas significasen algo.
No entienden, ni entenderán jamás, que el asturiano nos está abriendo a muchos un mundo desconocido que gracias a él nos apetece tocar. No asimilan que el motorsport no les pertenece ni que sea posible que a uno, a cualquiera, le apetezca descubrirlo cuando le da la real gana, no cuando dicen ahí arriba que es la hora. Son el no por respuesta, la traba en la frase, el contrapunto innecesario y contraproducente, el postureo o el por desgracia soy así, pero se hacen valer y medran porque tenemos miedo a llamarlos por su nombre: ratas, acosadores, trolls de medio pelo, etcétera.
Mañana comienzan las 24 Horas de Daytona y tenemos cuato compatriotas compitendo en la cita. Desde Molina a Juncadella, pasando por el gigante García o por el desubicado Alonso, creo que tenemos la obligación de sentirnos satisfechos sean cuales sean los resultados. Los de siempre no lo entenderán, pero que se jodan. Va a ser una oportunidad única y podremos contársela a nuestros nietos como yo le contaré a los míos que una vez estreché la mano de Gainza, o que compartí taxi con Juaristi o besos con Ana María Matute, o que me senté hombro con hombro con Philip Glass...
La de este fin de semana es una cosa que sólo ocurre cada mil años. Tenemos obligación de sentirnos felices y de correr a sartenazos a los triunfitos que han decidido chafarnos la fiesta siendo tan imbéciles como para no reparar en que se están portando como vulgares acosadores en redes sociales. Disfrutarlo, ¡coño! No dejéis pasar la oportunidad, no temáis llamar a los malos por su auténtico nombre...
Os leo.
Grande....
ResponderEliminarNo hace falta decir mas.
Te leo.