Enzo y el círculo mágico

Que nos hacen falta toneladas de sentido del humor está más claro que el agua, y el caso es que nos sobran motivos, en la Fórmula 1 y cuanto nos rodea, como para estar echando unas risas de aquí a que llegue el holocausto zombi, que al paso que vamos, fijo que llega.

Estamos a las puertas de la Navidad y aunque tenía guardado este cartucho para más adelante creo que viene de perlas gastarlo ahora, ya que resulta bastante gracioso, y paradójico también, que el tiempo haya terminado dando la razón a Enzo Ferrari en aquello de «La aerodinámica es para fracasados que no saben hacer motores.»

Il Padrino de la italiana se defendía con esta frase lapidaria de la portentosa ofensiva garajista inglesa durante los setenta del siglo pasado, una especie de cultura del bricolage casero capaz de poner en pista vehículos que trataban de tú a tú a Ferrari.

Él mismo, Enzo, había cubierto sus primeros pasos en la construcción de automóviles de idéntica manera que sus colegas británicos: partiendo de otras creaciones (Alfa Romeo en este caso), así que conocía perfectamente el percal y los riesgos, de forma que «La aerodinámica es para fracasados que no saben hacer motores» no era otra cosa que un aviso a navegantes, una forma de elevarse por encima de sus rivales, una manera como cualquier otra de decirles: os queda mucho camino por recorrer antes de llegar a la suela de los zapatos de mis coches...

Il Commendatore se equivocaba, obviamente, aunque la prensa inglesa jamás le ha perdonado aquel pecado de arrogancia.

Sea como fuere —aquí viene lo gracioso—, Mercedes-Benz lleva demostrándonos desde 2014 que la apuesta por la aerodinámica supone fracasar en el intento de hacerle sombra. Las unidades de potencia de Stuttgart no tienen parangón, e incluso con cambio de reglamento se ve que no hay forma de conseguir que palidezca. 

La british press y sus mamporreros de todo el orbe procuran no mencionar este asuntillo. Sea porque apenas existe industria británica del automóvil que pueda considerarse realmente autóctona; bien porque la alemana lidera la venta de unidades en Gran Bretaña —Ford Europa (sede en Colonia), Vauxhall (versión isleña de la Opel de toda la vida), Volkswagen, Mercedes-Benz, BMW y Audi—; o lisa y llanamente porque se quedarían sin uno de sus principales argumentos contra la de Maranello, su archienemiga, los chicos y chicas de la Queen Isabel II han preferido echarse en brazos de la estrella de tres puntas y alabarla a todas horas, antes que admitir que lo que le está sucediendo a la Fórmula 1 es la versión germana de aquello que ya había dicho el de Módena hace cuatro décadas.

No se puede negar que Bernie Ecclestone y Max Mosley hicieron mucho desde sus respectivos ámbitos (FOM y FIA) por la pervivencia de la ancestral filosofía garajista, ni que Jean Todt tampoco es que haya puesto demasiado empeño en corregirlo. Desde luego, Liberty Media no parece que tenga en mente otra cosa que no sea hacer más fácil la vida de los equipos favoreciendo el bricolage a partir de 2021.

No obstante, visto lo visto que ha ocurrido en el primer año de existencia del reglamento 2017, que, recordemos, consistía en dar más importancia a la aerodinámica para quitársela a los propulsores, lo que no se puede negar es que, en la actualidad, si no cuentas con un excelente motor ni el atajo aerodinámico sirve para pipas.

Enzo Ferrari tenía razón aunque seguramente nadie quiera recordarlo. Y no sé a vosotros, pero a mí esto me hace mucha gracia porque me lleva a preguntarme si para este viaje hacían falta tantas alforjas.

Os leo.