viernes, 24 de noviembre de 2017

Industrial Revolution, Part 2...


Mi suegra y mi madre ganan por goleada pero el partido aún no ha terminado. El muro resiste a duras penas mientras me multiplico para ser guardia, marmitón, lancero, arquero, infantería ligera y si la ocasión lo merece: diablo en mitad de la noche.

Soy feliz. El tiempo pasado así me ha ido haciendo más y más fuerte, lo noto en cómo me tomo (de bien) cualquier tontería que hace años habría despreciado. Esta tarde, sin ir más lejos, haciendo la cuarta tanda de la compra semanal en el BM de Gorliz, Javier, amigo y proveedor de vituallas, y yo, hemos descubierto gracias a su esposa que compartimos afición por la Fórmula 1... Humberto puede dar fe de ello.

La cosa habría ido mejor si hubiese quedado ahí, porque entre que en la conversación han surgido los nombres de Otaduy y otros y que yo me he dicho para mis adentros ¡hosti, tú, la línea british de El Correo!, no he tenido mejor ocurrencia que contestar que la próxima vez que les vea les diga que conoce al mejor —así, con dos cojones y un palito.

Bajaba con mis bolsas hacia el cuartel general y el enésimo episodio Expediente-X de las abuelas dejando atrás la anécdota y pensando en el bueno de Juan Manuel Fangio y aquel aserto que soltó y todavía sirve: «Siempre hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse el mejor», y en el trayecto a casa contestaba para mis adentros al Chueco: «Me quieres como a Onofre, si no, de qué, pero en la vida, viejo, ser el mejor también pasa por poder afirmarlo y defenderlo luego...»

Tengo a Jean Michel Jarre en los cascos. Nada del otro jueves en Abu Dhabi. Pero la vida se me va a estas horas en pensar por qué somos tan cenutrios que asimilamos rápidamente que la gente cobra por sus méritos y no por las mezquindades y pecados de los demás.

Fernando nos dice que no se esperaba lo que le ha ocurrido de 2015 a esta parte y pensamos que es poco menos que un gilipollas por haberse embarcado en una historia tan chunga, pero lo cierto es que hay otro protagonista al que habría que pedirle que rindiera cuentas para tener el cuadro completo: Ron Dennis.

A pesar de las apariencias me gusta la gente que cree a pie juntillas a la prensa british aunque lleve meses sembrando de minas el campo. Fernando no es el malo de esta película, no impuso el cambio de Honda a Renault, simplemente exigía soluciones porque Woking no había cumplido su parte del pacto.

En este sentido, Josep Pedrerol puede cantar misa, pero ni Alonso es el responsable del actual estado de cosas en McLaren, ni de la alianza con Renault para el año que viene, que, por cierto, tampoco asegura nada. El de Oviedo ha ejercido de telonero en las negociacione de sus jefes y no hay más que mirar la secuencia de hechos: Septiembre, la británica rompe con Honda. Finales de octubre, Alonso renueva... Si fuese de la manera que nos cuentan, sencillamente, el español habría renovado mucho antes.

Trazar una línea sin quiebros entre el divorcio con Honda y la adquisición de Renault para 2018 es de muy limitaditos, y disculpadme que lo escriba así. Alonso se ha estado asegurando de que las promesas se cumplan, nada más. Tiene la Triple Corona a mano, McLaren y su entorno son el vehículo adecuado para conseguirlo, en Fórmula 1, en IMSA, en Indycar, en Le Mans o donde le dejen...

El asturiano impone las reglas porque es el mejor piloto de la parrilla por mucho que les duela a quien ya sabemos. Marca el norte, establece los tempos... Alguien que no fuera de aquí diría que es Dios, aunque por decoro no vamos a llegar tan lejos.

Cobra mucho... Quizás vale más de lo que le pagan, un suponer.

Os leo.

2 comentarios:

  1. Grandes verdades para mentes obtusas y necias....

    Sigue en la brecha... muchos no sabríamos qué hacer si nos faltas.

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