The chase

No sé si os he contado alguna vez que los ojos de mi madre son grises, ahora más grises que nunca. Rubio como ella y de piel blanca salpicada de cientos de pecas, cuando enano me agarraba a su mano y caminábamos juntos cerrando yo los míos, verdes. La luz del sol me hacía daño...

Lo cierto es que por parte de mi familia guipuzcoana también hay algo de eso: pecas, palidez y cabellos pajizos, incluso pelirrojos, así que si la leyenda de Jaun Zuria tiene algo de cierto, ello explicaría esa presencia irlandesa que bulle por aquí dentro, que me ha llevado a ser tifoso y del Athletic de Bilbao, y a entender la vida como si las derrotas supieran tan dulce como las victorias, y a que llegadas éstas, con cuentagotas, la verdad, me permita acariciar el cielo con los labios mientras los que me rodean miran perplejos.

El optimismo es la forma más racional de enfrentar la vida. Os engañan quienes abundan en eso del realismo o el pesimismo ya que no han muerto ni han resucitado jamás. No saben lo que se pierden.

Con genética irlandesa, navarra y vascongada, orino siempre como recomenzaba don Blas de Lezo: saludando a Gran Bretaña. Y si los british dan a La Scuderia por perdida en Monza, con más razón pacto una tregua de 24 horas contigo, porque llevas una Ferrari y por lo otro... 

¡Hoy es el día, machote! Podrán decir que perdimos, pero Maurizio, Kimi, tú y yo, haremos que aunque así sea, este 70 aniversario les quede clavado en el culo a los de la estrella de tres puntas y a sus mamporreros. Enzo está mirando. Los tifosi lo esperan. El párroco de Maranello ha templado el metal de las campanas. Echad el resto sobre el asfalto del Templo. Nacimos para entregarlo todo aunque canten sobre nuestras tumbas que fuimos idiotas...

Forza, cavalieri! ¡Haced que se arrepientan! Dios escribe sobre renglones torcidos. Ferrari también.

Os leo.