Tarde o temprano tenía que suceder. Los frikies habían olvidado que son simples mortales y han entrado en implosión en cuanto han descubierto que hay más gente de la que pueden soportar, que quiere empaparse de eso que se llama óvalos y Carmen Jordá denomina ovales.
No está mal el asunto, no os creáis. Aunque parezca increíble, a una red como Google+ la tumbó lo que en principio era una de sus máximas virtudes: los círculos, herramienta que en manos de los frikies se convirtió en el típico lugar donde sólo entraban los elegidos, y eso, obviamente, resultaba contrario al espíritu de un fenómeno que se las prometía felices a la hora de combatir a Facebook y Twitter. ¿Para qué sales al mundo. Para encerrarte en una habitación con tus cuatro amigos...? ¡Hay que ser gilipollas!, ¿no? Para eso, ¡mejor irse de cervezas!
Pero a lo que vamos. Ya sabemos que a los teams no se les debe llamar escuderías bajo ningún concepto. Que los ojeadores (spotters) son unos putos figuras, que en óvalos siempre se gira hacia el mismo lado, y esta noche, cuando Fernando está rodando en Indianápolis, vamos a comenzar a pasar al ataque porque no hay nada peor en este mundo que tener un cuñado friki, y si bien está que no crucemos las espadas con él por cualquier nadería, si hay que darle duro si se propasa pretendo con esta entrada que le déis bien dado, en el hígado y los riñones. Por vosotros y por mí.
Pero hay algo más importante: sea la primera vez, la segunda o la quincuagésima que asistís a la Indy 500, no perdáis de vista que los frikies jodieron Google+ y os pueden amargar una tarde estupenda. No sólo teneis derecho a disfrutar de una carerra como pocas, también lo tenéis a que nadie os la estropee con bobadas.
Os leo.
Durante 804 kilómetros (500 milles. Oh, wait!) no se podrían alcanzar esas velocidades de vértigo y durante tanto tiempo, si no existiese el refubo. Pero ojo al dato, el refubo en óvalos tiene muy poquito que ver con el rebufo en Fórmula 1.
Cuando un cuerpo atraviesa el aire, un monoplaza en este caso, genera a su paso una diferencia de presiones que puede ser aprovechada por otro cuerpo que va a su espalda.
Básicamente, el fenómeno consiste en que el primer cuerpo comprime el aire cuando lo aborda a las bravas y deja tras de sí un hueco, una zona de absorción, de déficit aerodinámico, que reducirá la resistencia al avance y permitirá elevar la velocidad del segundo cuerpo, bonificándole con un menor consumo de combustible y una menor exigencia mecánica.
En Fórmula 1 el rebufo se usa para superar a un rival pero tan sólo durante un determinado intervalo de tiempo, porque para el coche que va detrás, ir a rebufo supone elevar la temperatura de las gomas y perder eficiencia aerodinámica. Pero en IndyCars los vehículos están diseñados por y para el rebufo, de forma que el fenómeno beneficia a quien los tiene tan cuadrados como para meter morro a 350 kilómetros por hora, y bajo determinadas circunstancias (bumpdrafting), a los dos, al que lleva la delantera y al que además de tenerlos cuadrados los tiene del tamaño de pelotas de playa y le sigue... a 350 km/h, repito.
Es tan sencillo como cambiar de chip. Durante dos horas y media, más o menos, el asunto de la Indy 500 va más de ciclismo a altísima velocidad que de carreras de coches.
El pelotón se configura para que todos se vean beneficiados de la reducción de resistencia al avance por trabajar en grupo (rebufo dixit), de aquí que sea importante estar en la vuelta del líder. Luego, en el último punch, lo crucial es dejar atrás a cuantos más rivales mejor y jugársela con los que van delante, aportando refufo o chupando rebufo, pero siempre ganando ventaja. Y al final, cuando incluso los frikies meapilas gritan de alegría como gorrinos, lo esencial es ganar la cabeza y mantenerla hasta que las dos banderas a cuadros ondean determinando el final de la prueba.
Pero hay algo más importante: sea la primera vez, la segunda o la quincuagésima que asistís a la Indy 500, no perdáis de vista que los frikies jodieron Google+ y os pueden amargar una tarde estupenda. No sólo teneis derecho a disfrutar de una carerra como pocas, también lo tenéis a que nadie os la estropee con bobadas.
Os leo.
Anoche me quedé hipnotizado, viendo en el ipad a esos coches tan feos dar vuelta tras vuelta al óvulo, como también podría decir Carmen Jordá. Es fascinante, y aun cuando eran sólo entrenamientos, vi un par de adelantamientos que ponían los pelos de punta: salir de la curva pegado -no más de dos metros- al monoplaza que va delante, pegarse aún más en la recta (centímetros, apenas), y lanzar el morro justo antes del inicio de la siguiente curva.
ResponderEliminarSí, la verdad es que para aguantar eso durante 500 millas tienes que tener madera.