La ouija

Me había prometido no salvar a nadie, dejar que los árboles de Aokigahara rebosen siluetas que penden de un hilo porque prefirieron olvidarse así a probar a moverse por sí mismas, pero me ha resultado imposible.

En tanto que tengo la TARDIS tan estropeada que lo mismo me lleva a la cuenca de Afar hace 3'5 millones de años si solicitaba manifestarme en la rueda de prensa que ha dado esta tarde Alonso en Montmeló, he preferido tirar de mi viejo tablero ouija, porque es fiable y porque, al fin y al cabo, lo usa más gente de la que pensaríais a la hora de hacer sus crónicas y artículos donde se filtran torpedos, exclusivas, canela fina y tal. Bueno, también se usó para invocar al espíritu de Juanito, pero ésa es otra historia.

—¿Estás ahí? —escribo.

—C-U-A-N-D-O  L-A-S  B-A-R-B-A-S  D-E  T-U  V-E-C-I-N-O  V-E-A-S  P-E-L-A-R... —leo.

—Pon tus pies a remojar —contesto así porque cambiamos la clave el lunes pasado, durante el directo de SafetyCast.

Me dejo de transcripciones porque no acabamos...

No lo he confesado nunca pero me mantengo en contacto a través de la ouija con el fantasma de un señor mayor que comenzó haciendo motocicletas con Soichiro, que fue íntimo de Takeo, un individuo imprescindible (en vida) en la historia de Honda, pero cuyo nombre no puedo desvelar por razones obvias —no soy periodista pero quise serlo. Digamos que me mantengo fiel al código ético de la profesión que más veces se ha profanado. Un romántico old school, vamos. 

Él me dijo que la unidad de potencia que se ha homologado ante la FIA era distinta a la que se usó la semana pasada en Barcelona. También me confirmó que era más cercana a las usadas en los filming days. Visto lo visto, doy por bueno que incluso a los espíritus les ocurre que se pasan de frenada, porque la evolución estrenada hoy tampoco parece que sea la buena...

Pero ya metidos en harina voy y le digo ¿qué cojones estamos haciendo?, como pensando en voz alta, y Tetsuo va y me contesta: «La katana no duerme en su saya hasta que su filo ha sido probado mil veces...»

¿Pero sabéis cómo tenéis al personal...?

«La fe, como la hoja del acero, también se prueba mil veces», me dice... No se trata de fe, le contesto yo. Con lo poquito que hay y las palabras de Fernando, no levantamos cabeza hasta Mónaco, y eso como poco...

No es por nada, pero ¿podrías pasarme con el bisabuelo de Hasegawa...?

Cada historia necesita de un loco de quien reírse y bien me valía la pena comenzar a aullar temprano, siquiera para que recordéis mis notas si hace frío de verdad, porque si por un azar empieza a templar o a hacer calor del bueno, a fe mía que serán otros los que se apunten el tanto de haber mantenido la confianza cuando peor venían dadas. 

Os leo.