sábado, 28 de enero de 2017

Atados a la máquina del tiempo


Acaba el mes de enero y estamos a menos de treinta días de que comience el sarao 2017, y mientras algunos siguen mostrando lo interiorizado que llevan el síndrome de Estocolmo en cuanto a Bernie se refiere, otros empiezan a soltar la lengua porque ya no hay gato que se la pueda comer.

Es humano y de todo punto comprensible. La figura paterna existe porque no todo el mundo tiene agallas para matar en vida a su progenitor —metafóricamente hablando, se entiende—, ni mucho menos, para resolver de una santísima vez esa cosa psicológica que nos lastra desde pequeños y nos lleva, cuando mayores, a mostrarnos en vida como si fuésemos críos a quienes vigila alguien o algo, una autoridad superior, yo qué sé.

Estad tranquilos, la Bruja de Blancanieves no va a volver para asustarnos en sueños. Podemos decir de su figura lo que nos plazca. Nadie nos pasará factura a pesar de que el grueso de mi discurso se vaya yendo al carajo a cada minuto que pasa, y es que llevo diez años dándole en los morros al británico canoso, y noto, ahora, precisamente ahora, como que me falta munición y me sobran traiciones y heridas.

Diez temporadas llevo encima aquí, que se dice pronto. Los de cincuenta que me leían ya son sesentones. Los de cuarenta empiezan a vérselas con lo que significa tener hijos adolescentes y sentir que el cuerpo no da para más. Los de treinta ni me conocen. Los de veinte ni saben, ni les importa, estar utilizando conceptos o ideas que descubrimos en Nürbu antes que en ningún otro sitio sobre la Tierra. Los de diez de entonces me consideran en la actualidad un yayo raro y cascarrabias, y les comprendo. Los que tenían cinco primaveras cuando Alonso ganaba su primer Mundial, son tendencia y entienden de Fórmula 1...

Esta semana he disfrutado del lujo de hablar con mis tres centuriones: Ernesto, Miguel y Guillermo. Los tipos más espabilados que conozco, cada uno en su área. Echo de menos, eso sí, haber hablado siquiera un rato por teléfono con Azul, aunque su causa la doy por totalmente perdida. Me animó a continuar cuando necesitaba dejarlo, pero hoy es el día en que no me hace ni un miserable retuit en Twitter por no delatar ante su exclusivo TL (Timeline) que me sigue leyendo.

Contamino, hiero, emponzoño a quien me roza, pero el tiempo me va dando la razón y ahí no caben excusas, porque viene Toto Wolff y nos dice que no conviene que haya laboratorios móviles, que está bueno que Liberty haya largado a Bernie porque el futuro suena y sabe mejor... E inevitablemente recuerdo cuando me cayó la del pulpo en Diariomotor, después de acusar a Renault de joder la temporada 2014 a todos los equipos a los que proveía, empezando por Red Bull y su tetracampeón del mundo, cuando en Jerez comprobábamos que la gala llegaba sin los deberes hechos y sin posibilidad material de revertir la situación.

Queda menos de un mes para que empecemos a rodar todos en Barcelona, ellos y nosotros. Y de aquí al 27 de febrero próximo, habrá tiempo de sobra para que los lenguaraces que callaban como putas cuando no resultaba oportuno, comiencen a soltar hebras que definan el nuevo mundo que prometen los americanos. Luego tendrán razón, como siempre, y yo quedaré atrás, va en la nómina.

Desgraciadamente ya estoy mayor para estos menesteres, pero me apetece que conste en acta, en plan chiquillada pueril o brindis a la galería, como prefiráis, que fui de los primeros, si no el primero y único de todos, que advirtió en 2014 que la nueva normativa ataba a los equipos suministrados a los fabricantes, sine die, como una puta condena. Incluso en el caso del papardo que nos viene ahora con que lo bueno será que las escuderías dejen de entender la Fórmula 1 como un campo de pruebas, cuando su equipo ha sido el primero en imponer que la cosa fuese así con tal de ganar tres campeonatos consecutivos.

Entre jetas anda el juego, y nosotros, entretanto: atados a la máquina del tiempo.

Os leo.

1 comentario:

  1. Habrá que mantener las esperanzas. En los que van a girar el timón de este Titanic, que lo hagan sin ningún miedo. Ross es un buen comienzo.

    2020 han dicho, para ver a semejante bicho cambiar de dirección. A esperar.

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