La Fórmula 1 es el único lugar que conozco donde se pasa del más luminoso de los días a la más oscura de las noches en menos de un abrir y cerrar los ojos.
Esteban Gutiérrez necesitaba un empujoncito en su carrera, Haas parecía el lugar indicado para que sucediera, pero la noche oscura se ha cernido sobre el mexicano durante 2016 y ya es un fijo de eso que llamamos sobrevalorados de la parrilla sin atender a si han tenido oportunidades, o no, o a si las herramientas que tuvieron a mano servían, o no, para hacer sombra a Lewis Hamilton o para correrla en la parte más oscura de la montonera.
No está bueno éste deporte que parece una trampa para osos en cada eslabón. Si no dispones de un buen coche seguro que tampoco dispones de un buen ingeniero de pista, ni un buen estratega, y los neumáticos te matan y te mata la afición, y luego te remata la prensa con un tiro de gracia que, sinceramente, podrían metérselo por aquel sitio ya que son los primeros que defienden que esto es cosa de técnicos e ingenieros, y no de pilotos.
Y el conductor: solo en la marea, intentando evitar las escolleras ¡a puro huevo, cabrón!, como si la sentencia, ya emitida, pudiera cambiar con qué leña le acabarán quemando en la hoguera...
Y el conductor: solo en la marea, intentando evitar las escolleras ¡a puro huevo, cabrón!, como si la sentencia, ya emitida, pudiera cambiar con qué leña le acabarán quemando en la hoguera...
Notábamos algo raro que le sucedía a Esteban, pero Haas era un ejemplo para todos. Como un cronómetro suizo, la americana había hecho los deberes durante 2015, se había buscado un buen amigo en Ferrari, llegaba a la temporada pasada habiendo aprendido de experiencias que producian rubor, como Virgin o HRT, por ejemplo. Pero en realidad llegaba coja, tramposona, envenenada, a pesar de que nadie quiso indagar o darse cuenta.
Y la noche oscura se derramaba sobre Gutiérrez, y se rompía en Interlagos porque hasta los chivos expiatorios acaban por romper aguas. Y hoy, demasiado tarde, sin duda, entendemos que el de Monterrey bastante ha hecho con sobrevivirla aunque de la hoguera no le libre nadie.
La yanqui ha disputado la campaña 2016 con un monoplaza y las sobras para el otro, y hasta donde ha sido posible hacerlo, porque luego cuarto y mitad, que se pide en la carnicería. Y a Esteban le ha tocado la parte llena de nervios, la correosa, la que no hay manera de doblegar en la sartén a base de fuego suave y mimos. Y el mexicano se ha encontrado con que en vez de tomar impulso, ha cavado un poquito más hondo ese hoyo donde acaban enterradas las esperanzas.
Y el mundo a lo suyo, alabando una iniciativa que más pronto que tarde acabará petando (Haas), mientras escupe a la última víctima de un formato torticero que no busca sino hacer dinero.
Os leo.
Sí, es posible, pero: ¿por qué no se salió de ese infierno que inevitablemente le dejaba sin asiento en cuanto supo cómo se cortaba el percal y ha esperado para cantar a que le dieran la patada?
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