Por fortuna ya ha pasado el Halloween ése y anteayer por la noche cerrábamos el capítulo de los parias de la parrilla, reseñando la extraña aventura yanqui en Fórmula 1 (Haas). Así que abróchense los cinturones porque en las próximas cuatro entradas de esta serie, vamos a tocar la salsa y la pimienta de nuestro deporte: la montonera, el lugar donde suele suceder la mayoría de cosas que nos atan a este deporte.
Y empezamos por Toro Rosso, quinta escudería por la cola pero séptima en el Mundial de Marcas, que ha sabido aguantar lo que no está escrito en una campaña 2016 marcada por la improvisación y el hacer de tripas corazón. Y me explico:
Si la temporada venía señalada por la utilización de un propulsor Ferrari especificación 2015 que tenía las horas contadas en cuanto a evolución, en el frente de los pilotos la cosa no ha sido menos complicada. Faenza comenzaba esta sesión con Carlos Sáinz y Max Verstappen ocupando los asientos oficiales, pero al piloto holandés se le promovía a Red Bull antes del Gran Premio de España, mientras que su puesto era ocupado por un Daniil Kvyat totalmente desvencijado.
Obviamente, el hilo conductor de todo el calendario ha sido un Sáinz supremo que ha bregado con vientos favorables y desfavorables con idéntico compromiso y dedicación, y a quien, lógicamente, se debe el grueso de puntos obtenidos por la italiana (46 de 63). Verstappen, por su parte, sumaba 13 entre Australia y Rusia, y Kvyat cosechaba 4 desde España a Abu Dhabi.
Con este escenario se podría decir sin temor a errar, que de no haber concurrido el estancamiento de rendimiento en la power unit de Maranello (comenzó a percibirse a mediados de julio), y una recuperación de confianza demasiado larga de Daniil al volante de su coche, Toro Rosso perfectamente podía haber quedado por delante de McLaren en la tabla de constructores, no tanto como para intimidar a Williams, pero sí en una posición suficiente cómoda como para haber podido defender holgadamente la quinta plaza.
Sin duda, el sobresaliente STR11 ha tenido mucho que decir en este aspecto, sobre todo en la primera mitad de la temporada, puesto que en la segunda, la carencia de potencia ha limitado en exceso sus prestaciones y capacidad de evolución.
Si en vez de una UP de 2015 Faenza hubiese utilizado la especificación correspondiente a 2016 o incluso una versión light del TAG Heuer que montaban los RB12, muy posiblemente el cuadro habría resultado bastante diferente y positivo. Pero desgraciadamente la Fórmula 1 no funciona a base de conjeturas.
Había que elegir chuto o muete, así que conformémonos con pensar que Toro Rosso ha firmado una bonita temporada en la que ha navegado la mayor parte del tiempo contra corriente, y que el año próximo, con Sáinz y Kvyat de nuevo al volante, las cosas pueden resultar mejores gracias a los propulsores que aportará Renault.
Os leo.
Y empezamos por Toro Rosso, quinta escudería por la cola pero séptima en el Mundial de Marcas, que ha sabido aguantar lo que no está escrito en una campaña 2016 marcada por la improvisación y el hacer de tripas corazón. Y me explico:
Si la temporada venía señalada por la utilización de un propulsor Ferrari especificación 2015 que tenía las horas contadas en cuanto a evolución, en el frente de los pilotos la cosa no ha sido menos complicada. Faenza comenzaba esta sesión con Carlos Sáinz y Max Verstappen ocupando los asientos oficiales, pero al piloto holandés se le promovía a Red Bull antes del Gran Premio de España, mientras que su puesto era ocupado por un Daniil Kvyat totalmente desvencijado.
Obviamente, el hilo conductor de todo el calendario ha sido un Sáinz supremo que ha bregado con vientos favorables y desfavorables con idéntico compromiso y dedicación, y a quien, lógicamente, se debe el grueso de puntos obtenidos por la italiana (46 de 63). Verstappen, por su parte, sumaba 13 entre Australia y Rusia, y Kvyat cosechaba 4 desde España a Abu Dhabi.
Con este escenario se podría decir sin temor a errar, que de no haber concurrido el estancamiento de rendimiento en la power unit de Maranello (comenzó a percibirse a mediados de julio), y una recuperación de confianza demasiado larga de Daniil al volante de su coche, Toro Rosso perfectamente podía haber quedado por delante de McLaren en la tabla de constructores, no tanto como para intimidar a Williams, pero sí en una posición suficiente cómoda como para haber podido defender holgadamente la quinta plaza.
Sin duda, el sobresaliente STR11 ha tenido mucho que decir en este aspecto, sobre todo en la primera mitad de la temporada, puesto que en la segunda, la carencia de potencia ha limitado en exceso sus prestaciones y capacidad de evolución.
Si en vez de una UP de 2015 Faenza hubiese utilizado la especificación correspondiente a 2016 o incluso una versión light del TAG Heuer que montaban los RB12, muy posiblemente el cuadro habría resultado bastante diferente y positivo. Pero desgraciadamente la Fórmula 1 no funciona a base de conjeturas.
Había que elegir chuto o muete, así que conformémonos con pensar que Toro Rosso ha firmado una bonita temporada en la que ha navegado la mayor parte del tiempo contra corriente, y que el año próximo, con Sáinz y Kvyat de nuevo al volante, las cosas pueden resultar mejores gracias a los propulsores que aportará Renault.
Os leo.
La bolsa llena de tokkens de Goshn hace sospechar que la elección de Renault, no se si calificarlo de elección, puede ser un cara o cruz como el de Honda, parte de una estrategia, o una mezcla de ambos.
ResponderEliminarEsta claro que la probabilidad de éxito de ambos motoristas se multiplica por la ilusión de los aficionados y el pensamiento de " no pueden ser tan Cafres", y se divide por la tozuda realidad.
Si este fantástico coche de STR hubiese tenido el motor Ferrari cinco jotas, ¿donde estarían en el Campeonato?. Alguno podría pensar que con el puñado de puntos de la primera parte del calendario a alguna escudería de tronio le hubiesen temblado las canillas.