Nominalmente soy escritor para niños, ilustrador para niños, artista infantil, que se dice, además de azote del automovilismo deportivo, obviamente. Y Charo anda loca porque recordemos que hoy es el día en que se conmemora, oficialmente, que a nuestros tesoros no se les toca...
No me llevo bien con mis cuñadas y cuñados, pero ¡coño!, mis sobrinos y sobrinas, todos, me adoran. Quizás sean las noches que pasamos juntos cuando les contaba yo historias de miedo o cuando veíamos películas de Star Wars. Los biberones que no tiraban porque sobraban grumos, el calor, mi Regina que me interrogaba cuando nació Josu sobre si la iba a seguir queriendo, a ella, mi niña pequeña a quien tantas veces arrullé en mis brazos para que cogiera el sueño...
Sami, Prostvuelve, seguirá hablando de toros porque el patriotismo es el último reducto de los canallas, pero a mí me gustan los niños. Es una constante. Ellos, yo, y entre nosotros ése vínculo secreto que me susurra al oído, que me ha dictado siempre: protege, cuida, vela porque te acaben mirando con condescendencia como si fueses un tipo raro, el más raro del mundo, como si no supieran, o quisieran ver, lo que has significado en sus vidas...
Y Charo se levanta en armas y yo tengo un blog que visitan 3.000 personas al día. Y te dices en un momento cualquiera de esta noche: por qué no romper la rutina, por qué no hablar de los críos que no tienen tanta suerte. De esas criaturas que sufren las guerras, la pobreza, las diferencias de ideología, de religión, la incomprensión o los abusos... sin haberlo comido o bebido. ¿Por qué vas a quedarte quieto pudiendo andar? ¿Por qué no vas a dar un paso al frente cuando cuesta tan poco?
Son el futuro. Son nuestro futuro. Pero los hemos mediatizado como quien mata una tarde en el Bingo, y los hemos cosificado como acostumbramos a hacer con los asuntos importantes.
Y Charo tiene razón: hoy es su día como yo soy escritor o ilustrador infantil, sencillamente para que recordemos que su derecho es la inocencia, los sueños, crecer, y que como adultos tenemos una responsabilidad ineludible a la hora de proteger esas que son nuestras horas venideras, aunque en el fondo, lo que se celebra tal que un día como hoy una vez al año, es que nos sobra mucha escoria porque sigue habiendo toneladas de hijos de puta que explotan la infancia como si les perteneciera y pudieran hacer con ella lo que les viniera en gana. Como si fuesen dueños y señores de su futuro y del nuestro...
Y Charo tiene razón: hoy es su día como yo soy escritor o ilustrador infantil, sencillamente para que recordemos que su derecho es la inocencia, los sueños, crecer, y que como adultos tenemos una responsabilidad ineludible a la hora de proteger esas que son nuestras horas venideras, aunque en el fondo, lo que se celebra tal que un día como hoy una vez al año, es que nos sobra mucha escoria porque sigue habiendo toneladas de hijos de puta que explotan la infancia como si les perteneciera y pudieran hacer con ella lo que les viniera en gana. Como si fuesen dueños y señores de su futuro y del nuestro...
Os escribo tarde, por Charo y por mi propio legado que se concreta en mis sobrinos nietos Leo, Julia, Nina, la que está llegando y Corita, la niña de Regina e Iván, para recordaros que no existirá mañana si no los cuidamos a todos como auténticos tesoros.
Aunque sea por algo tan egoísta como eso de disponer de un jueves al que agarrarse cuando es miércoles temprano, no consintáis nunca, denunciad cuando veáis, cuidad en lo que podáis de ese hilo fino y frágil que nos une al siempre al que aspiramos como seres humanos. Entre ellos y el mal de cualquier tipo, estamos nosotros...
Son niños, niñas, pero sobre todo son nuestro pasaporte al futuro, que no se os olvide jamás.
Os leo.
"Son nuestro futuro. Pero los hemos mediatizado..."
ResponderEliminarDaría un pasito más para afirmar que desde pequeñitos los adoctrinamos con ideas políticas, religiosas y demás no acordes con su edad ni con valores universales.
Y la culpa es nuestra por no defender sus intereses y sus sueños.
Un saludo
Sr.Polyphenol
Once millones de niños son refugiados. Sesenta y tres millones de niños viven en zonas de conflicto y 263 millones de niños y niñas están sin escolarizar. Ese es el mundo que hemos construido para ellos.
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