Hace años, cuando apatecía reírse un rato y se podía, o te dejaban, que lo mismo da, jugábamos en este blog con la posibilidad de que el proveedor único de neumáticos limpiara sus stocks de producto a final de temporada, cambiando el color de sus bandas distintivas, de forma que los duros podían pasar por blandos, los blandos por medios, ruedas viejas por nuevas, etcétera.
Creo que incluso hay por ahí atrás, muy atrás, una entrada en la que se refiere cómo Marc Gené admitía ante las cámaras, que determinado compuesto no reaccionaba como se esperaba ni bajo condiciones similares de utilización a las exploradas meses antes.
Sea como fuere, los equipos andan rarunos con este asunto de las mutaciones de las gomas Pirelli. No han llamado todavía a Iker Jiménez, pero hay sospechas de que las ruedas puedan pesar menos que unas carreras antes, y los equipos llevan ahora a los grandes premios sus propios sistemas de pesaje. El año pasado, la que andaba mosca con que le hubieran dado el cambiazo en Singapur, fue Mercedes AMG, lo insinuó con la boca chiquita y una sonrisa su responsable Toto Wolff.
En 2013 la que se montó fue colosal, pero al final de la campaña, el propio Adrian Newey confirmaba que había beneficiado a Red Bull el cambio al que se sometieron los compuestos por motivos de seguridad tras al Gran Premio de Gran Bretaña, coincidiendo punto por punto con los negros augurios que proponía Hembery siete meses antes: «¿Queréis que demos neumáticos a Red Bull para ganar el campeonato?» [dentro enlace].
Ante 2017, el tema se está recrudeciendo. Colea, supongo, el pirelligate de 2013, los cambios de dureza vía gama en vez de compuesto, el bluff de 2014, la inseguridad, lo complicado que resulta enteder las gomas, las promesas incumplidas, cómo Pirelli se ha metido hasta la alcoba de los equipos con ayuda de la FIA, o cómo tiene a los pilotos en un sí es no es porque interfiere constantemente en su manera de conducir. Y pende, supongo también, la mala imagen entre el colectivo de pilotos y escuderías, que la milanesa se ha labrado solita.
Todo lo que habéis leído en los párrafos anteriores se puede contrastar a poco que echéis el ratito en Google.
Pero en México ha habido nuevo milagro y me he acordado de cuando jugábamos aquí a que Pirelli usaba en los últimos grandes premios el material sobrante de la temporada.
Asfalto sin capacidad para ofrecer el adecuado grip, según los expertos. Poca densidad del aire debido a la altura y por tanto, downforce bastante limitada en los vehículos, y la italiana que se casca una elección cuya idoneidad por poco desmantelan Marcus Ericsson y Jolyon Palmer el mismo viernes. 69 giros ruedan ambos con los medios, cuando la carrera está propuesta a 71 vueltas... Y los pilotos que se quejan de que van este año 1 segundo más lentos de lo que podrían, con tal de evitar el pernicioso sobrecalentamiento...
Usamos mal la palabra conspiración, no sé si lo sabéis. Conspira quien se confabula contra algo superior: el deporte, el espectáculo, por ejemplo, eligiendo para una carrera que prometía y ante la cual el público está totalmente volcado, un compuesto como el Medio que en las especificaciones del propio fabricante aparece reseñado como «No limit suggested.»
Las ruedas se cambian no porque no duren, sino porque hay que cambiarlas al menos una vez por prueba. Así lo establece la FIA en la normativa, y tal fin, el suministrador único escoge otro tipo de compuesto como alternativa regulada. Le tocó al Blando, pero éste último se sugiere por el fabricante que no pase de las 22 vueltas, aunque en manos de Kvyat alcanza sin degradarse las 34 en el segundo stint que se marca el ruso, con su Toro Rosso a media carga de combustible y en tráfico...
Hagan ustedes las cuentas y busquen las conspiraciones que consideren más adecuadas, porque a mí me asalta la risa floja pensando en que tal vez sin el espectáculo telonero de los gritos, exclamaciones e insultos de Vettel por radio, a lo peor el Gran Premio de México había resultado un truño indigerible.
Os leo.
Ante 2017, el tema se está recrudeciendo. Colea, supongo, el pirelligate de 2013, los cambios de dureza vía gama en vez de compuesto, el bluff de 2014, la inseguridad, lo complicado que resulta enteder las gomas, las promesas incumplidas, cómo Pirelli se ha metido hasta la alcoba de los equipos con ayuda de la FIA, o cómo tiene a los pilotos en un sí es no es porque interfiere constantemente en su manera de conducir. Y pende, supongo también, la mala imagen entre el colectivo de pilotos y escuderías, que la milanesa se ha labrado solita.
Todo lo que habéis leído en los párrafos anteriores se puede contrastar a poco que echéis el ratito en Google.
Pero en México ha habido nuevo milagro y me he acordado de cuando jugábamos aquí a que Pirelli usaba en los últimos grandes premios el material sobrante de la temporada.
Asfalto sin capacidad para ofrecer el adecuado grip, según los expertos. Poca densidad del aire debido a la altura y por tanto, downforce bastante limitada en los vehículos, y la italiana que se casca una elección cuya idoneidad por poco desmantelan Marcus Ericsson y Jolyon Palmer el mismo viernes. 69 giros ruedan ambos con los medios, cuando la carrera está propuesta a 71 vueltas... Y los pilotos que se quejan de que van este año 1 segundo más lentos de lo que podrían, con tal de evitar el pernicioso sobrecalentamiento...
Usamos mal la palabra conspiración, no sé si lo sabéis. Conspira quien se confabula contra algo superior: el deporte, el espectáculo, por ejemplo, eligiendo para una carrera que prometía y ante la cual el público está totalmente volcado, un compuesto como el Medio que en las especificaciones del propio fabricante aparece reseñado como «No limit suggested.»
Las ruedas se cambian no porque no duren, sino porque hay que cambiarlas al menos una vez por prueba. Así lo establece la FIA en la normativa, y tal fin, el suministrador único escoge otro tipo de compuesto como alternativa regulada. Le tocó al Blando, pero éste último se sugiere por el fabricante que no pase de las 22 vueltas, aunque en manos de Kvyat alcanza sin degradarse las 34 en el segundo stint que se marca el ruso, con su Toro Rosso a media carga de combustible y en tráfico...
Hagan ustedes las cuentas y busquen las conspiraciones que consideren más adecuadas, porque a mí me asalta la risa floja pensando en que tal vez sin el espectáculo telonero de los gritos, exclamaciones e insultos de Vettel por radio, a lo peor el Gran Premio de México había resultado un truño indigerible.
Os leo.
Lo que me parece un truño que no sé cuanto podre aguantar, es que el espectáculo dependa tanto de la degradación de los neumáticos.
ResponderEliminarUn saludo
Sr.Polyphenoñ