El SafetyCast de esta tarde promete. Si Skype no me deja tirado, tendré que defender a Ferrari y a Verstappen... Llevo haciendo levantamientos consecutivos de ADN vasco desde las 05:00 de esta mañana, en tandas de a 100, como hacía abdominales don José María Aznar en sus buenos tiempos...
Ahora en serio, no sé qué coño nos pasa. La diosa Fortuna nos ha regalado un momento único como aficionados y somos tan patanes que lo desperdiciamos. Carlos y Max son dos diamantes en bruto a cuyo pulido nos dejan asistir gratis, y porque uno es español y el otro el niño mimado de Marko, o porque éste último está en Red Bull y el primero sigue en Toro Rosso, o porque todos querríamos ser como ellos, el caso es que no paramos de crear frentes.
El mierdismo es una cultura. No tiene nada que ver con si la vida ha puesto en tu camino algodones en vez de piedras o con si a Charlie le caes bien o mal. Tiene que ver con cómo aceptas lo que te toca. En este sentido, Max no tiene madera de mierda y se nota en cada gesto y en cada poro de su piel. Va de cara dentro y fuera de la pista. Los hados le benefician: bien. Se le tuercen las cosas: bien. Sale una carrera que ni fu ni fa: bien también.
Debido a su evidente interés para el negocio podría ser una nueva marca blanca, pero tampoco encaja en los anacarados límites del hacendadismo. No se cree el papel que le han dado, muestra temperamento, no lame el culo de quien lleva su correa, le importa lo mismo morir que matar sobre el asfalto...
Hablaré de Carlos mañana, así que dejadme que os diga hoy que el chaval de Jos tiene mucho de aquel Kimi que nos levantaba del sillón en 2005 y 2006, de aquel Iceman que se revolvía como un la´tigo cuando todos pensábamos que andaba dormido. Los titanes son así, hielo y fuego condensados en la misma partícula.
Anoche, mientras arreciaban las críticas contra el holandés en las redes sociales, por su error en garajes y por su metedura de pata al provocar el Virtual Safety Car que arruinaba la carrera de Dainel Ricciardo, leí de todo. En el lado negativo, que si Helmut Marko debía ser coherente y hacer con Verstappen lo que hizo con Kvyat, que si al chiquillo Red Bull le viene demasiado grande, que si Sáinz lo habría sabido gestionar mejor. En el positivo, diferentes grados de condescendencia que pasaban por solicitar clemencia para poco menos que un niño o por echar la culpa a su escudería...
Conocida la noticia de que en ese juego de trileros que llaman Piloto del Día (Driver of the Day), Max salía vencedor a pesar de su desastrosa actuación en Austin, la cosa empeoraba hace unas horas. Incluso ha habido quien se ha puesto paternalista y ha reclamado para él que respetemos su derecho a equivocarse.
Claro que tiene derecho a equivocarse, como todos los pilotos de la parrilla, pero como he dejado escrito en otras ocasiones, lo peor que podemos hacer con Verstappen es considerarlo un crío.
En mayo le dedicaba unas líneas que podría repetir letra a letra después del Gran Premio de los USA [El nagual]. Max ha llegado para quedarse, y salvo que nos lo desgracien (cosa que no veo), formará parte indispensable de las historias que contaremos a nuestros nietos. Así que si no tenéis paciencia para esperar a que llegue ese momento, lo mejor que podéis hacer es apagar el televisor o la pantalla del ordenador, porque el zagal está creciendo, madurando como piloto, encontrando el punto exacto en que su hielo y su fuego interiores pueden coexistir sin hacerse daño.
Y que se os meta en la cabeza: cosas como las que nos ha brindado esta temporada se van a repetir hasta que se consolide, porque este cabrón se consolida.
Os leo.
Impresionante piloto, y después de ver ayer el adelantamiento de Alonso a Massa, no tanto mas protegido que otros.
ResponderEliminarEl problema no es de Max, si no de la cuadrilla de sinvergüenzas que dirigen el cotarro de la Fórmula Uno. Vaya flaco favor le han hecho al holandés tirándole a los leones
ResponderEliminarLo que yo quisiera saber es cuántos GP require pasar de ser un crío insufrible a un piloto con pasta de campeón. Cuántas veces consecutivas un Senna se la pegó contra los muros en Monaco?
ResponderEliminarQue sí, que la potencialidad, que apesta a azufre y fuego. Pero de haber aplicado reglamento, se hubiera pasado más tiempo en el rincón con su sombrero de pico que de Driver of the Day.
Merece un par de boinazos. Los necesita.