No descubro nada si digo que me muestro bastante escéptico con las supuestas bendiciones que traerá consigo la normativa para el año que viene —tampoco soy el único, Fernando Alonso también es de los que quieren verlas antes de comprarlas—, y menos, si apunto como responsable al papel, en apariencia secundario, que interpreta el suministrador de compuestos.
Decía el sabio que para obtener la verdad hay que hacer la pregunta correcta, y puesto que esta semana han comenzado las pruebas de los prototipos de gomas que veremos el año próximo, tal vez sea el momento de comentar que a lo peor el paquete de normas de 2017 no está tan enfocado a mejorar el espectáculo como se nos está tratando de vender, sino a defender la imagen pública del actual proveedor único de neumáticos.
En este sentido, podría ser —sólo lo sugiero, no seáis malpensados—, que las debilidades de los productos Pirelli hayan originado el reglamento técnico 2017 y no exista por tanto, ningún reto por parte de la milanesa en encarar un escenario técnico hecho precisamente con su perfil.
El momento más bajo de credibilidad de la italiana se origina, recordemos, en el Gran Premio de Gran Bretaña 2013, y a partir de ese instante, deja suficientes huellas como para que seamos capaces de predecir sus movimientos. Pero no adelantemos acontecimientos y hagamos algo de historia:
Ante un cambio tan radical como el propuesto para nuestro deporte en 2014, la milanesa prueba sus prototipos para la nueva temporada unas semanas después de haber concluido la amarga sesión 2013 y con coches de ese mismo año. Las sensaciones que arrojan los test de Bahrein no trascienden, en todo caso, la noticia que sí lo hace es el accidente sufrido por Rosberg a 320 km/h.
Sea porque las innovaciones previstas no funcionaron o porque era arriegado insistir en ellas, Pirelli coge otro camino y será acusada de conservadora en varias ocasiones durante esa campaña [Hembery se muestra abierto a reducir el enfoque conservador en 2014]. También, y por recomendación de la milanesa, la FIA da marcha atrás en su intención de eliminar las mantas térmicas en 2015 [Pirelli muestra sus dudas sobre la prohibición de los calentadores en 2015].
Bernie solicita a Pirelli que haga algo por mejorar el espectáculo, pero la prohibición del FRIC lo impide porque a la postre, significa un problema añadido para las gomas, que se enfrentan ahora a una nueva fuente de estrés sin la ayuda del bendito sistema de interacción entre suspensiones...
Después del intento fallido por incorporar las llantas de 18 pulgadas a la máxima disciplina [Podría ser peor], al proveedor único sólo le queda la FIA para preservar su imagen, y en 2015, con la excusa de evitar situaciones similares al reventón sufrido por Vettel en Spa-Francorchamps, Charlie Whiting irá amarrando más y más a los equipos y los pilotos, haciendo que las recomendaciones del fabricante se conviertan en exigencias santificadas por reglamento, cuya trangresión, además, supone duras penalizaciones [Felipe Massa, descalificado del GP Brasil 2015].
Estamos en 2016 y la película ya la sabéis de sobra. Al destierro de las salidas en mojado, el férreo control de la temperatura, el camber y la presión de los neumáticos, se ha sumado una corriente cada vez más restrictiva con el uso de los exteriores de la pista...
Todos los caminos llevan a Roma y cada vez queda más patente que la protección a los productos Pirelli es efectiva y lo será aún más, al menos hasta que lleguen los refuerzos y siempre contando con que lleguen, porque las necesidades de las unidades híbridas van a ir en aumento, lo que va a comprometer, más si cabe, la delicada situación de los compuestos italianos.
En este orden de cosas, y a la vista de lo relatado, no parece tan descabellado pensar que el reglamento 2017 no ha sido elaborado para mejorar el espectáculo, sino para ajustar la Fórmula 1 de los años venideros a las limitaciones de la empresa que se encarga en última instancia de darlo, bien a través de las estrategias, bien al tan traído y llevado cuidado de los compuestos por parte de los conductores y sus máquinas.
Lo normal y deseable habría sido que las cosas hubiesen sido al revés, es decir, con los neumáticos adaptándose a lo que necesita la competición, pero como insinuaba al inicio, percibo demasiados indicios —a ver si encuentro hueco y los explico detalladamente— que me hacen pensar que, de nuevo, los responsables de nuestro deporte intentan metérsela doblada a los aficionados.
Os leo.
Sea porque las innovaciones previstas no funcionaron o porque era arriegado insistir en ellas, Pirelli coge otro camino y será acusada de conservadora en varias ocasiones durante esa campaña [Hembery se muestra abierto a reducir el enfoque conservador en 2014]. También, y por recomendación de la milanesa, la FIA da marcha atrás en su intención de eliminar las mantas térmicas en 2015 [Pirelli muestra sus dudas sobre la prohibición de los calentadores en 2015].
Bernie solicita a Pirelli que haga algo por mejorar el espectáculo, pero la prohibición del FRIC lo impide porque a la postre, significa un problema añadido para las gomas, que se enfrentan ahora a una nueva fuente de estrés sin la ayuda del bendito sistema de interacción entre suspensiones...
Después del intento fallido por incorporar las llantas de 18 pulgadas a la máxima disciplina [Podría ser peor], al proveedor único sólo le queda la FIA para preservar su imagen, y en 2015, con la excusa de evitar situaciones similares al reventón sufrido por Vettel en Spa-Francorchamps, Charlie Whiting irá amarrando más y más a los equipos y los pilotos, haciendo que las recomendaciones del fabricante se conviertan en exigencias santificadas por reglamento, cuya trangresión, además, supone duras penalizaciones [Felipe Massa, descalificado del GP Brasil 2015].
Estamos en 2016 y la película ya la sabéis de sobra. Al destierro de las salidas en mojado, el férreo control de la temperatura, el camber y la presión de los neumáticos, se ha sumado una corriente cada vez más restrictiva con el uso de los exteriores de la pista...
Todos los caminos llevan a Roma y cada vez queda más patente que la protección a los productos Pirelli es efectiva y lo será aún más, al menos hasta que lleguen los refuerzos y siempre contando con que lleguen, porque las necesidades de las unidades híbridas van a ir en aumento, lo que va a comprometer, más si cabe, la delicada situación de los compuestos italianos.
En este orden de cosas, y a la vista de lo relatado, no parece tan descabellado pensar que el reglamento 2017 no ha sido elaborado para mejorar el espectáculo, sino para ajustar la Fórmula 1 de los años venideros a las limitaciones de la empresa que se encarga en última instancia de darlo, bien a través de las estrategias, bien al tan traído y llevado cuidado de los compuestos por parte de los conductores y sus máquinas.
Lo normal y deseable habría sido que las cosas hubiesen sido al revés, es decir, con los neumáticos adaptándose a lo que necesita la competición, pero como insinuaba al inicio, percibo demasiados indicios —a ver si encuentro hueco y los explico detalladamente— que me hacen pensar que, de nuevo, los responsables de nuestro deporte intentan metérsela doblada a los aficionados.
Os leo.
Aunque la trayectoria de sucesos concuerda y dada la más que cuestionable cadena de decisiones, haría que fuera lógico tal despropósito, me cuesta creer que Bernardo sea capaz de tomar una decisión que pinche la burbuja de su gallina de los huevos de oro, solo por lavar, compensar, enardecer la imagen de la dueña del Pirellone.
ResponderEliminarSeguramente peque de iluso, pero me gustaría no tener que comprarte esta idea Don José.
Buenos días, Rubén ;)
ResponderEliminarDesgraciadamente, Pirelli estará en F1 hasta 2019 como poco, y siempre resulta más recomendable arrear con lo puesto que romperlo todo y empezar de nuevo.
Si la elección hubiese sido Michelin, ten por seguro que mi planteamiento no sería tan lóbrego ;)
Un abrazote
Jose