Los cuatreros

Mi hermano Julián debería haber cumplido hoy 65 años y comprenderéis que no me esté resultando nada fácil este 21 de julio. Me he levantado lleno de aristas que aún duran, y para colmo de males, me he desayunado con un tipo que se decía uruguayo, que afirmaba encontrarse sorprendido por la cantidad de odio que se vierte en España sobre Sebastian Vettel y Ferrari. 

Lo primero que he pensado al leerle ha sido que aunque fuese de Teruel o Apatamonasterio, a este gilipuertas no lo salva de ser un completo idiota ni la madre que lo parió, porque por suerte para este deporte, el vettelismo español está muy arraigado, y disfruta, además, de una envidiable fortaleza. Y en cuanto a la de Maranello, aseverar que aquí se odia a la rossa es proclamar a los cuatro vientos que no se tiene ni puñetera idea de Fórmula 1, que hasta en Gorliz se pueden ver los domingos alguna que otra camiseta con el escudo de Baracca, y no la mía, precisamente, puesto que es una M y ahora calzo con suerte una talla L y si viene un poquito holgada.

Los tifosi somos legión en este bendito país. Y aunque los lugares comunes están bien cuando no se tienen dos dedos de frente para comprender que hay vida más allá de la punta de nuestra nariz, no hay más que estar un poquito atento a lo que sucede alrededor para comprobar que en la piel de toro hay abundancia de fans de Williams, de Red Bull, de McLaren, de Ferrari —por supuesto—, de Mercedes y de Renault, y de casi cualquier escudería que compone la parrilla. Así como de todos los pilotos conocidos; y frikis de todas las categoría del automóvil. Y los que llegarán...

Como afición gozamos de buena salud por mucho que haya quien se empeñe en protegerse por si las moscas con el mantra de que en las españas se odia a Vettel y Ferrari. 

Hay miedo al debate, eso sí, y demasiada tirita suelta sin herida que la corresponda. Si criticas: odias, y para quien carece de razones, la mitad de la partida ya está resuelta con sacar a la palestra el término «alonsada». Pero, ¿qué sucede cuando vienen mal dadas, como ocurre ahora...?

A La Scuderia y al alemán les están cayendo bombas de 500 kg. que proviene de sus propias filas. Le pasó a Fernando, y a Kimi antes. No es nuevo, pero ahora es actualidad rabiosa y las huestes de la defensa de los valores callan como rameras, no sea que el compadre les señale y pasen en un sí es no es al lado oscuro de la cosa. 

Hay canguelo en el ambiente y pocos cojones para llamar a las cosas por su nombre. La cúpula de Ferrari debería ser condenada al exilio pero el equipo tendría que ser protegido mientras hace lo que puede sobre la pista. Nones, a Maurizio lo están moliendo a palos y a Marchionne sólo lo defiende Bernie y a Sebastian únicamente le ha puesto paraguas SpeedWeek, con Marc Surer encendiendo fuegos artificiales desde el interior de sus páginas. Montezemolo, entretanto, nos pide que seamos tumbas.

La cabecera SpeedWeek pertenece al grupo Red Bull Media House, a ver si nos enteramos. Y resulta patético (me resulta muy patético) que mientras un uruguayo se asombra del odio que supuestamente despiertan el de Heppenheim y la de Maranello en España, nadie en este puñetero país haya dado un paso al frente para gritar Forza! con todo lo que conlleva.

Soy una oveja negra, para qué coño lo voy a negar. Me solicitaron ceguera y como contestación mantengo los ojos más abiertos que nunca. No aguantaba al Kaiser ni soporto a Sebastian, pero a cambio, he dedicado desde este blog las letras más hermosas que se han escrito jamás al siempre grande Barrichello, Rubinho. Adopté a Felipe, mi Felipe; disfruté como un cosaco con Fernando vistiendo de rosso y adoro a esa mantis religiosa que nació en Espoo y atiende al nombre de Kimi, Iceman.

En noches como hoy, me acerco a la cama de Michael y le acaricio con la yema del dedo las sienes mientras le suplico que abra los ojos porque necesito ayuda. Han llegado los cuatreros y no puedo solo con ellos...

Forza!! Sempre forza!!