La posible renovación de Daniel Ricciardo por Red Bull cierra en apariencia una puerta para Carlos Sáinz que jamás ha estado abierta, para qué vamos a engañarnos, y certifica además, que no andábamos muy errados cuando planteábamos que el cambio de cromos entre Kvyat y Verstappen después de Rusia, tenía mucho más de Salvar al soldado Max que de dar una auténtica oportunidad al holandés.
La presencia de Daniel es esencial en la maquinaria redbulliana. Australia es uno de los mercados más fuertes para la marca Red Bull y la apuesta de Milton Keynes, en este sentido, parece la más sensata, ya que Ricciardo, además de australiano, resulta molón para el gran público y es rematadamente bueno en pista. Lo único malo de todo esto es que Carlos está condenado a deslucirse de aquí a que termine la temporada en Abu Dhabi.
Lo he comentado demasiadas veces como para volver a repetirlo, y por si fuese poco, el propio piloto madrileño lleva un par de carreras recordándonos que a Toro Rosso se le está acabando la pólvora. Pero sí, la de Faenza va con lo puesto y seguramente, a partir de la vuelta de vacaciones, ni con eso.
Presupuesto reducido, necesidad de centrarse en el vehículo del año que viene, una unidad de potencia que no da más de sí, suponen un bonito corcho donde clavar al enésimo piloto sobrevalorado que tendremos en lo que queda de campaña. Los negacionistas no entienden de contextos, lo suyo son los números y las frases grandilocuentes. Franz Tost y Helmut Marko son buena gente porque han alabado al español y seguramente lo seguirán haciendo, pero los números, ¡ay los números del hijo del Matador...!
Y el caso es que como comentaba al inicio, todo esto estaba cantado y por si había dudas, la operación de extracción de Max Verstappen se encargó de disisparlas. Para el holandés hay futuro, para Carlos y Daniil sólo queda desierto.
También escribí —hoy se ve que llevo los recuerdos a cuestas— que Sáinz se enfrentaba a un verano en el que tenía que exprimirse en cada carrera siquiera para mantener el tipo, y siempre y cuando su equipo no cometiera errores. Después del Gran Premio de Bélgica todo será cuesta abajo, para Toro Rosso, para Kvyat y por supuesto, para él.
Se habla de su posible futuro profesional en Renault. En Canadá cenaba con Alain Prost a pesar de haber quitado al francés un título de su vitrina. Seguro que le professeur se lo recordaba. Pero la gala nunca será una buena plataforma si Sáinz no sale ileso de ésta, y lo cierto es que el horizonte inmediato pinta más negro que el sobaco de un grillo.
También es verdad que no sé qué hago recordándole a Carlos que las guerras se ganan batalla a batalla. Estoy convencido de que lo sabe y eso es lo único que me llena de optimismo. Más tarde, en otoño, si eso, ya me encargaré de recordar a los negacionistas que las palabras de Tost y Marko se las lleva el viento, y que perdieron el culo por salvar a Max porque esta historia ya estaba escrita desde antes de que comenzara la pretemporada.
Os leo.
Lo he comentado demasiadas veces como para volver a repetirlo, y por si fuese poco, el propio piloto madrileño lleva un par de carreras recordándonos que a Toro Rosso se le está acabando la pólvora. Pero sí, la de Faenza va con lo puesto y seguramente, a partir de la vuelta de vacaciones, ni con eso.
Presupuesto reducido, necesidad de centrarse en el vehículo del año que viene, una unidad de potencia que no da más de sí, suponen un bonito corcho donde clavar al enésimo piloto sobrevalorado que tendremos en lo que queda de campaña. Los negacionistas no entienden de contextos, lo suyo son los números y las frases grandilocuentes. Franz Tost y Helmut Marko son buena gente porque han alabado al español y seguramente lo seguirán haciendo, pero los números, ¡ay los números del hijo del Matador...!
Y el caso es que como comentaba al inicio, todo esto estaba cantado y por si había dudas, la operación de extracción de Max Verstappen se encargó de disisparlas. Para el holandés hay futuro, para Carlos y Daniil sólo queda desierto.
También escribí —hoy se ve que llevo los recuerdos a cuestas— que Sáinz se enfrentaba a un verano en el que tenía que exprimirse en cada carrera siquiera para mantener el tipo, y siempre y cuando su equipo no cometiera errores. Después del Gran Premio de Bélgica todo será cuesta abajo, para Toro Rosso, para Kvyat y por supuesto, para él.
Se habla de su posible futuro profesional en Renault. En Canadá cenaba con Alain Prost a pesar de haber quitado al francés un título de su vitrina. Seguro que le professeur se lo recordaba. Pero la gala nunca será una buena plataforma si Sáinz no sale ileso de ésta, y lo cierto es que el horizonte inmediato pinta más negro que el sobaco de un grillo.
También es verdad que no sé qué hago recordándole a Carlos que las guerras se ganan batalla a batalla. Estoy convencido de que lo sabe y eso es lo único que me llena de optimismo. Más tarde, en otoño, si eso, ya me encargaré de recordar a los negacionistas que las palabras de Tost y Marko se las lleva el viento, y que perdieron el culo por salvar a Max porque esta historia ya estaba escrita desde antes de que comenzara la pretemporada.
Os leo.
Veo en Carlos los ojos inteligentes de aquel otro Carlos que le donó la mitad de sus genes, del que sabe lo que es pelear contra el favorito del jefe de un equipo, del que conoce el esfuerzo que se necesita para arañar cada décima al crono y cómo eso forja un campeón respetado hasta la eternidad. Carlos hijo tiene talento heredado y ha heredado conocimientos paternos que sólo se aprenden sufriendo la vida en tus carnes. Mi apuesta es que tendrá más oportunidades en la F1, pase lo que pase este año.
ResponderEliminarSaludos!