Ayer fue uno de esos días en que habría preferido quedarme en la cama por aquello ahorrarme algunos disgustos.
Como creo que os he comentado más de vez, he pasado media vida profesional rodeado de frikis y lo que te rondaré morena, vamos, que me queda todavía un buen trecho de bregar en ese ambiente. El caso es que conozco al friki en general y sé de su capacidad sobrehumana para buscar tres pies al gato cuando éste no es cojo y las tiene en número de cuatro a la vista de todo el mundo.
La verdad, no sé aún si el raro se hace friki o el friki se convierte en raro, pero el caso es que la rareza es un estigma que destaca al friki del común de los mortales. Sea como fuere, si hay un camino sencillo y otro complicado, el friki cogerá el segundo como si le fuera la vida en ello. Si hay una solución sencilla, el friki adoptará una pose meditabunda y conseguirá sacar de quicio al más pintado en base a dar vueltas y vueltas al asunto hasta dejarlo hecho unos zorros... Y así, ad nauseam.
Si a todo esto sumamos que hay demasiado antialonsista que por miedo, por vergüenza o por cautela, todavía no ha salido del armario, tenemos un fin de semana como el que estamos viviendo, en el que un piloto en el declive de su carrera, dicen, ha copado más tinta que el que lleva en sus entrañas un banco de calamares.
Si a todo esto sumamos que hay demasiado antialonsista que por miedo, por vergüenza o por cautela, todavía no ha salido del armario, tenemos un fin de semana como el que estamos viviendo, en el que un piloto en el declive de su carrera, dicen, ha copado más tinta que el que lleva en sus entrañas un banco de calamares.
Todo empezaba el jueves:
Fernando Alonso no recibía el OK federativo para correr en Bahrein y a partir de ahí se desataba el Apocalipsis. El asturiano y su escudería, McLaren, intentaban salvar el próximo Gran Premio de China. Presentaban informes médicos, negociaban con el personal médico de la FIA. El de Oviedo aceptaba la que le había caído encima y se ponía a currar con el equipo para seguir aprendiendo y para apoyar Stoffel Vandoorne... Pero salía Johnny Herbert en la madrugada del sábado y «opinaba» que mejor haría el Nano en retirarse por falta de compromiso... Y el español le cazaba ayer tarde frente a las cámaras de Sky Sport para decirle que no reconocería a un campeón del mundo ni así se lo pusieran delante al británico. Además, le confirmaba que no se retira...
Bueno, el desenlace de todo ya lo sabéis: hemos recibido clases magistrales de medicina deportiva por aquello de apoyar la tesis de la FIA; hemos explorado todos los palos de la baraja por si existía alguna oscura razón para que Fernando insistiera en seguir corriendo; a Herbert lo han puesto de vuelta y media incluso en United Kingdom, fundamentalmente por bocazas; se ha recordado también el desgraciado accidente que sufrió el ex piloto por si así nos daba penita pena; pero a estas horas, se sigue hablando más de nuestro compatriota que de Hamilton, Vettel o Rosberg, y no sólo aquí, en España —hasta cierto punto sería comprensible—, sino en medio orbe. Lo que no queda tan claro es cuál ha sido el desencadenante ya que éste ha quedado enterrado por toneladas de ruido.
A ver, como nos cuenta Héctor (Aficionando) en los comentarios de la entrada anterior, Alonso sufre de Síndrome de Poland, lo que le supone disponer de una musculatura pectoral no desarrollada adecuadamente, lo que viene a significar que para desempeñar su trabajo adecuadamente, su cuerpo tiene que tirar de otros músculos o grupos musculares aledaños para suplir la carencia.
Yo diría que después del accidente de 46G sufrido en Albert Park, en el que el cinturón de seguridad protagonizó un papel estelar, el asturiano debería formar parte de ese grupo de pacientes a los que habría que explorar hasta la última raíz del cabello por si las moscas, pero no, la FIA le hace una exploración casi rutinaria y le deja ir a casa en avión para que sufra allí el neumotorax incipiente que se desatará horas más tarde. Imagino que también le recetarían paracetamol ya que la aspirina no se estila...
En fin, juraría que estamos ante un caso de negligencia grave. Muy grave. Demasiado grave como tolerar que ahora vengan poniéndose finolis y le impidan correr por cuestiones de seguridad, cuando se había jugado el pellejo volando desde Melbourne porque alguien no había cumplido con su trabajo cuando lo mínimo que podía haber hecho, era ponerlo en observación un par de días.
Eso sí, la FIA ha abierto expediente de investigación al respecto de la fisura en el backet del piloto de McLaren, y seguro que a Woking le cae un puro, pero sobre el espinoso asunto de la negligencia: nada de nada, no vaya a ser que Max Mosley no pueda sacar pecho a cuenta de las maravillosas medidas de seguridad que protegen a los pilotos. Aunque también es verdad, que no mencionó ni por asomo la calidad del personal médico que tiene en nómina la Federación...
No os aburro. Os leo.
Ya sabes. Si no te mata el accidente te rematan despues los otros. ;
ResponderEliminarKing Crimson
Buenas!
ResponderEliminarSi es que todo vale para distraer la atención del verdadero problema: la m de calificación que tenemos ahora. No lo digo yo, lo dice Sebastian Vettel. Yo tengo una idea muy clara de por qué la FIA no da su brazo a torcer. Si haces una entrada con el asunto te la cuento.
En cualquier caso, pareces adivino Josetxu, porque unos días antes nos sacas el artículo del médico que se ha hartado de la FIA y luego se sabe que en Melbourne hubo negligencia y ...
Abrazotes!