No es alzhéimer, es sexo

Siento desilusionar a los que estaban esperando que diese réplica desde aquí, a los rebuznos de Sergio Marchionne ante la prensa. Aunque no lo creáis, estoy totalmente de acuerdo con sus palabras, tanto que las firmaría ahora mismo. Claro está, si me sucediese lo que le está pasando a la mítica.

Y es que desde que saliera a bolsa en Nueva York a mediados de octubre pasado, cada vez que hablan Marchionne o Arrivabene, lejos de creerme sus bobadas, paso inmediatamente por el índice bursátil neoyorkino (NYSE) para ver qué tal va la cosa. 

Mal, va mal. El 13 de octubre, primer día de cotización, las acciones de la rossa valían 51,40 dólares al cierre de la jornada. No era para echar cohetes pero se habían cumplido las expectativas de venta inicial, propuesta entre 48 y 50 dólares, pero a partir de ahí, lejos de mejorar, el asunto iba a empezar a ir cuesta abajo y sin frenos, y ayer había perdido otro 3,87%, quedando a las 22:15 hora española, en 46,90 dólares después de un par de meses con presencia en el parqué americano.

Por si fuera poco, Ferrari solicitaba hace unos quince días, cotizar en la bolsa de Milán para ir finalizando su separación de FCA (Fiat Chrysler Automobiles), a cuyo frente está precisamente don Sergio Marchionne.

Echad cuentas. El del jersey y aire informal tiene en la cabeza preocupaciones mucho más importantes que andar metiendo el dedo en el culo al alonsismo. Quiere hacer caja, que le salgan bien las cosas, que La Scuderia rente dividendos como para amortizar las inversiones realizadas a la hora de ponerla guapa, guapa, guapa.

Pero hay un problema. La temporada 2015 no ha servido de anzuelo y no hay campeonato con que seguir maquillando el enésimo desastre de Maranello. Además, a pesar de las muestras de poder ofrecidas recientemente en el paddock, las acciones siguen cotizando a la baja cuando deberían haber cambiado de tendencia. Hay prisa. Y entonces, o cantas el Yo no soy esa de Mari Trini o a las bravas, te armas de valor para hacer borrón y cuenta nueva con la etapa Montezemolo. 

Mencionas el ADN de la de Il Cavallino ante los periodistas. Recuerdas a Enzo Ferrari, recurres al espíritu de Schumacher y picantón picantón, amenazas veladamente a la Fórmula 1 mientras ofreces un par de titulares o tres, en base al perfecto italiano que maneja Sebastian, a su ferrarismo precoz y sin fisuras, e inevitablemente, puesto que una cosa lleva a la otra, mencionas lo poco ferrarista que fue el otro para que se note la diferencia.

Don Sergio es mil veces más listo que la turba de micrófonos y bolígrafos a los que hablaba. Iba a tiro hecho. Sabe perfectamente de qué pie cojean, y habiendo pagado la cena, les dio carnaza y toneladas de humo. Nadie se dio cuenta de que estaba pidiendo socorro porque como la operación Ferrari falle, FCA va a tener un bonito boquete abierto en el casco. Nadie percibió que no había nada personal en lo que dijo contra el asturiano...

Estatura económica, amplio horizonte de miras... Ferrari ya está en la pelea de 2016. Cualquier cosa que no sea la victoria desde Melbourne, será mal recibida. La Scuderia va con la pareja más asombrosamente ñoña de la parrilla al volante de sus vehículos, a por el próximo campeonato. Que no quepan dudas. ¡Actitud, coño, actitud!

Lo malo es que estamos en diciembre, que Lego sigue superando a Ferrari como la marca más poderosa del mundo. Y como comentaba antes, las cosas en Nueva York van chungas y las de Milán pueden acabar no resultando mejores. No es alzhéimer, es sexo, y del duro.

Os leo.