Los dos lo saben

Esta es una de esas entradas que no entenderán los que a estas horas siguen haciendo números por ver cómo un tercer puesto en la general de conductores, es mejor que mirar desde la rama de un árbol, la puerta abierta de la jaula. 

Tampoco la comprenderán los que no creen en meigas, que haberlas, haylas; ni mucho menos, aquellos que siguen viviendo en los mundos de yupi, donde no cabe pensar que un tipo que afirma que prefiere no hacerse notar en los briefing de los pilotos con Charlie Whiting, sabe que siempre se la está jugando ante el Juez de la Horca, porque no hay segundo ni minuto ni hora de carrera, en que la versión moderna de Roy Bean, no busque hacerse notar con el asturiano por si Lillie Langtry le está mirando.

Sin embargo, sí la pillarán los que no asimilan cómo es posible que Kimi Raikkonen no fuese sancionado en Spielberg tras llevarse puesto a Fernando Alonso, y a éste, le cayeran ayer un Drive-through y la pérdida de 2 puntos en el carnet, por un incidente similar con Maldonado (es un decir), en el que además, existían atenuantes, ya que Felipe Nasr había tocado previamente al de Oviedo, haciéndole perder la trayectoria...

El principio de La navaja de Ockham nos anima a pensar que la explicación más sencilla suele ser la correcta, y atendiéndolo, aquí sólo cabe atisbar que Charlie se la tiene jurada al Nano y que en Abu Dhabi, el británico volvió a recordarle quién manda.

Tampoco es para rasgarse las vestiduras. Sabemos de sobra que Whiting pone ojitos a determinados pilotos mientras mira de reojo a otro —así, en singular, que queda mejor—. 

Jamás se le ocurriría sacar una grúa para devolver el coche de Alonso a pista, por ejemplo. Jamás, permitiría al asturiano que adelantase al Safety Car, y jamás le perdonaría una sanción porque fuese materialmente imposible devolver la posición a un monoplaza que ha abandonado. Jamás le daría un tirón de orejas, diciéndole aquello de que no se vuelva a repetir... 

El protagonista de esta entrada maneja un código estricto que va más allá del reglamento deportivo. Si hay que modificar un apartado de la normativa técnica el martes siguiente a la prueba, Charlie avisará a la escudería del español, que lo utilizará con carácter retroactivo. Si es inviable que un vehículo pueda molestar a otro a decenas de metros de distancia, Charlie verá inmediatamente la mala intención y actuará en consecuencia. No es arbitario ni injusto, Charlie esgrime la ley y la aplica con contundencia porque es su deber y porque Lillie Langtry le está mirando.

Pero lejos de animarnos a ponernos de mala gaita, en todo esto hay también buenas noticias. Porque si ayer, en Yas Marina, Whiting actuó desproporcionadamente y una vez más contra nuestro compatriota, no es por otra cosa que por recordarle que el año que viene también será él quien mande. Vamos, que Fernando corre en 2016, sí o sí.

Os leo.