Jaime

He esperado un tiempo prudencial por ver si reaccionaban los que siempre andan solicitando a los demás lo que ellos no son capaces de hacer, y nada. Nada por aquí, nada por allá. Como siempre, nada por parte de los analistas y nada también, a la espalda de aquellos que el año pasado me afeaban aquí mismo porque según sus cuentas, a Jaime le había dedicado yo siete entradas cuando ellos no han sido capaces de materializar ninguna, ni antes del diluvio ni después.

Jaime y la nada podría haber sido un hermoso título para una entrada acuñada por alquien que en palabras de Hampeon, es bastante cabrón al teclado. Quizás porque compongo partituras o tal vez porque considero al tiempo como un fabuloso aliado. Sin duda, porque soy ese hijo de la gran puta que esboza mi amigo uruguayo y estoy aquí para turbaros el sueño por siempre jamás.

A Alguersuari lo destrozaron a finales de 2011. Marko lo arrancó de la Fórmula 1 cuando no había tiempo ni alternativa para encontrar asiento en la parrilla. Tost consintió en servir de cómplice necesario y ahí acabó todo. Se terminó Jaime y nosotros aprendimos a acumular cobardías, a sobrellevarlas, a metabolizarlas para conseguir tornar el blanco en negro o el negro en blanco, hasta convertir el vino en agua y patear al barcelonés por pecados que nunca cometió.

Vosotros seguramente no, pero yo considero que le debo una y que se la seguiré debiendo porque la deuda que tengo contraída con él no es de las que se pueden pagar así como así. Era rápido, batió a Sebastian en el simulador, sirvió para cazar a Fernando en Abu Dhabi 2010 y aguantó la ira de Dios en Corea 2011, cuando molestó en pista al piloto llamado a elevarse sobre todos sus oponentes mientras batía récords día sí y día también.

Y los entendidos dijeron que Toro Rosso era una trituradora, y los expertos afirmaron que la de Faenza era una escuela que buscaba un nuevo Vettel, y hoy es el instante en que ni esa idea peregrina se sostiene. Red Bull y Toro Rosso han estado este año a punto de abandonar la competición, llevándose consigo su programa de jóvenes pilotos porque el invento, en el fondo, siempre ha supuesto un ardid por el cual, Milton Keynes jugaba con cuatro conductores sobre la pista cuando sus rivales lo hacían con dos.

¿Y para qué sirve una escuadra en la que trabaja un piloto mejor que el mejor de los astados de la casa? Para anularlo, obviamente. Para convertirlo en un guiñapo y un hazmereír, en manos de esos que siempre encuentran modo y lugar para golpear los riñones de un tipo que en Francia, pongamos por caso, habría sido defendido hasta conseguir al menos mantener su asiento.

Pero somos España y lo nuestro pasa por ser mierdas full time. Y Jaime es una anomalía, un individuo que ha sufrido en propias carnes que su entorno inmediato no entendiera de qué iba la cosa. Un personaje al que otro que se enfundó una capa de Superman y con dos cojones, define como un alguien que apostó por la música demasiado pronto en un mundo que exige dedicación exclusiva...

Y nos reímos del asunto porque todo viene de Gran Bretaña, de donde viene todo. Y perdemos a Jaime y encima no nos lamentamos porque su padre es insoportable y tal. Pero a cambio, pensamos concienzudamente en qué será de nosotros cuando Fernando se retire, cuando yo os juraría que nos darán por el mismo sitio y sin vaselina, como han hecho los de fuera mientras los de dentro hemos disfrutado de pilotos como Jaime sin haberlos defendido como merecían.

Os leo.