Gorliz se va vaciando de foráneos. Hay menos chiquillos por la calle y Eileentxu vuelve a ser la reina de Basotxu. La rutina impone su ritmo y en unos días, esta pequeña población costera volverá a ser lo que el resto del año: un lugar pacífico donde cuando cae la noche, los gatos juegan a sus anchas con la luna.
Pero aún queda espacio para los chascarrillos de taberna y este mismo mediodía, mientras hacía tiempo para recoger a Amama de la peluquería, dos tipos que vestían impecables de Lacoste y Tommy Hilfiger beach's casual version, trababan conversación a mi lado sobre Lewis Hamilton, en tanto que Carlos me servía un botellín de agua en el Okela...
Mal que nos pese, comienza a costar escuchar algo de Fórmula 1 fuera de los ambientes aficionados, así que inevitablemente he puesto la oreja por ver qué se cocía, aunque la verdad, la cosa no tenía demasiado recorrido: uno comentaba que Lewis está al nivel de Senna y el otro hacía como que se sorprendía. Dos frases después, ambos estaban hablando del fichaje de Raúl García por el Athletic.
He pensado instintivamente en que se referían a que con su victoria en el pasado Gran Premio de Bélgica, el piloto británico acumulaba su octagésimo podio, logro que ciertamente le empareja al as brasileño, pero os confieso que he languidecido brevemente con el desarrollo de la conversación porque Hamilton, si todo va bien, puede emparejarse a Magic como consiga su tercera corona mundial, y éste, me parece un hecho crucial que merece algo más de que un cruce de palabras totalmente anodino.
Pero estamos como estamos y es hasta cierto punto comprensible que dado el poco eco que se está dispensando a este tipo de hazañas, los otros, los que deberían sustituirnos cuando desaparezcamos, vean la realidad como una consecución de números que poco a poco van perdiendo todo su sentido.
Hay más carreras que antes por temporada, puntúa hasta el Tato en cada prueba y la lógica matemática hace que los récords caigan con mayor urgencia que hace unos años. Hasta aquí todo bien, pero maldita la gracia que me hace que no se dispense a Lewis la atención que se dio a Sebastian en los previos de su tercer entorchado, por ejemplo, y es que hasta en estas minucias perdemos terreno.
La Fórmula 1 hace tiempo que dejó ser un universo caro de cojones. Adelantar era difícil y ahora, con el DRS, basta poner al rival a tiro para que en una vuelta o dos resulte incluso sencillo superarlo. Las escapatorias de asfalto excusan cualquier error de novato, las calificaciones se disputan pero hoy es el día, en que hace falta una calculadora para entender cómo queda la parrilla. Y los Grandes Premios se pelean palmo a palmo sobre el asfalto, pero como no andes listo con las estrategias, el live timming y el Twitter, a lo peor no te coscas de lo que está sucediendo. Y acaban, ¡cómo no iban a hacerlo!, pero no terminan hasta que Charlie y su gente hacen los deberes.
Luego están los números y la importancia que les da la prensa oficialista, la pesebrera, la mamporrera y la otra. Y más tarde, las razones que aporta una afición que desde blogs, listas de correo, podcast, foros y redes sociales, llega tarde, como de costumbre, para decirle a la gente de este mediodía, que lo importante de Lewis no es que haya emulado a Ayrton en número de podios, sino que está a punto de conseguir la misma cantidad de títulos concitando casi el mismo respeto alrededor de su figura profesional.
Esto de la comunicación siempre ha sido cosa de dos: quien escribe, narra o traslada, y quien asiste, escucha o lee. Si la primera parte contratante de la primera parte no es capaz de pulsar la tecla adecuada o se pierde buscando titulares o frases con las que salvar el mes, la parte contratante de la segunda parte acaba perdiéndose entre estadísticas y soplapolleces técnicas, quizás para no acercarse a la Fórmula 1 en lo que le queda de vida.
Todo esto es deporte y también es pasión, pero mientras la prensa no piense en la enorme responsabilidad que recae sobre sus hombros, lo que está a punto de conseguir el bicampeón del mundo de Stevenage corre el riesgo de dar para tan sólo dos frases y con suerte, porque para héroes, Ayrton Senna, Michael Schumacher o Sebastian Vettel abriendo mucho las tragaderas, y pare usted de contar que de ahí no salimos, que decía aquél. Tal cual nos lo sirve Bernie Ecclestone al dictado, para más señas.
Será que Hamilton es negro y su mundo resulta más fácil porque pilota un W06, pero por ver a Juan Manuel Fangio en un fragmento de instante, la gente llegó a reventar los cordones policiales del primer Gran Premio de Argentina; por disfrutar una tarde de domingo asistiendo a las evoluciones de Jim Clark sobre el trazado de Silverstone, las amas de casa hacían shepherd's pie con pudding de postre y los hombres terminaban pronto las faenas de la granja, con tal de pasar un rato en familia cerca de su héroe; y por entrevistar a James Hunt o a Niki Lauda, aquellos periodistas que hoy resultan irreconocibles en sus homónimos, robaban horas al sueño o se partían la cara...
Algo ha cambiado, tal vez de manera irreversible, pero la culpa no está donde dicen, porque el tercero de Lewis y el tercero de Sebastian en el fondo merecen la misma intensidad de foco, y mientras al alemán lo iluminaba Iberdrola, al inglés parece que lo alumbra un puñado de velas compradas en el chino.
Os leo.
Pero estamos como estamos y es hasta cierto punto comprensible que dado el poco eco que se está dispensando a este tipo de hazañas, los otros, los que deberían sustituirnos cuando desaparezcamos, vean la realidad como una consecución de números que poco a poco van perdiendo todo su sentido.
Hay más carreras que antes por temporada, puntúa hasta el Tato en cada prueba y la lógica matemática hace que los récords caigan con mayor urgencia que hace unos años. Hasta aquí todo bien, pero maldita la gracia que me hace que no se dispense a Lewis la atención que se dio a Sebastian en los previos de su tercer entorchado, por ejemplo, y es que hasta en estas minucias perdemos terreno.
La Fórmula 1 hace tiempo que dejó ser un universo caro de cojones. Adelantar era difícil y ahora, con el DRS, basta poner al rival a tiro para que en una vuelta o dos resulte incluso sencillo superarlo. Las escapatorias de asfalto excusan cualquier error de novato, las calificaciones se disputan pero hoy es el día, en que hace falta una calculadora para entender cómo queda la parrilla. Y los Grandes Premios se pelean palmo a palmo sobre el asfalto, pero como no andes listo con las estrategias, el live timming y el Twitter, a lo peor no te coscas de lo que está sucediendo. Y acaban, ¡cómo no iban a hacerlo!, pero no terminan hasta que Charlie y su gente hacen los deberes.
Luego están los números y la importancia que les da la prensa oficialista, la pesebrera, la mamporrera y la otra. Y más tarde, las razones que aporta una afición que desde blogs, listas de correo, podcast, foros y redes sociales, llega tarde, como de costumbre, para decirle a la gente de este mediodía, que lo importante de Lewis no es que haya emulado a Ayrton en número de podios, sino que está a punto de conseguir la misma cantidad de títulos concitando casi el mismo respeto alrededor de su figura profesional.
Esto de la comunicación siempre ha sido cosa de dos: quien escribe, narra o traslada, y quien asiste, escucha o lee. Si la primera parte contratante de la primera parte no es capaz de pulsar la tecla adecuada o se pierde buscando titulares o frases con las que salvar el mes, la parte contratante de la segunda parte acaba perdiéndose entre estadísticas y soplapolleces técnicas, quizás para no acercarse a la Fórmula 1 en lo que le queda de vida.
Todo esto es deporte y también es pasión, pero mientras la prensa no piense en la enorme responsabilidad que recae sobre sus hombros, lo que está a punto de conseguir el bicampeón del mundo de Stevenage corre el riesgo de dar para tan sólo dos frases y con suerte, porque para héroes, Ayrton Senna, Michael Schumacher o Sebastian Vettel abriendo mucho las tragaderas, y pare usted de contar que de ahí no salimos, que decía aquél. Tal cual nos lo sirve Bernie Ecclestone al dictado, para más señas.
Será que Hamilton es negro y su mundo resulta más fácil porque pilota un W06, pero por ver a Juan Manuel Fangio en un fragmento de instante, la gente llegó a reventar los cordones policiales del primer Gran Premio de Argentina; por disfrutar una tarde de domingo asistiendo a las evoluciones de Jim Clark sobre el trazado de Silverstone, las amas de casa hacían shepherd's pie con pudding de postre y los hombres terminaban pronto las faenas de la granja, con tal de pasar un rato en familia cerca de su héroe; y por entrevistar a James Hunt o a Niki Lauda, aquellos periodistas que hoy resultan irreconocibles en sus homónimos, robaban horas al sueño o se partían la cara...
Algo ha cambiado, tal vez de manera irreversible, pero la culpa no está donde dicen, porque el tercero de Lewis y el tercero de Sebastian en el fondo merecen la misma intensidad de foco, y mientras al alemán lo iluminaba Iberdrola, al inglés parece que lo alumbra un puñado de velas compradas en el chino.
Os leo.
Lo cierto es que no había caído en la distinta importancia que se le da al tercer campeonato de Hamilton comparado con Vettel.
ResponderEliminar¿Será que ya solo cuentan los records?
Saludos
Sr.Polyphenol
Cada uno tiene lo que se merece.Vettel no ha mentido a los comisarios,ni ha tenido todo hecho en McLaren desde sus inicios mientras boicoteaban a su compañero,ni ha colgado telemetrías en twitter,ni ha tenido la mitad de sanciones......Solo tiene que ganar a Rosberg con un coche segundo y medio mas rapido,al mismo Rosberg al que Webber hizo papilla.Y Vettel tampoco es Senna,se le da su justo valor.El aleman en clasificacion si que es un heroe y uno de los mas grandes de la historia,y en mojado tambien,pero ya esta.Hay muchos pilotos superiores en conjunto y Alonso es uno de ellos y quizás Hulkenberg.Hamilton no merece ni las migas porque no olvidemos que hablamos de un tramposo que no quiso colaborar con la FIA,que se aprovecho de test ilegales y que fue sancionado por mentir.Que valor quieres que le den,ademas en Hungria este año cuando Vettel se le emparejo en la curva 1 y no tenia la ventaja del coche ya vimos que falla bajo presion,cosa que el aleman no porque no tiene sangre en las venas.Lo dicho,en clasificacion Vettel,Ricciardo y Lewis.En carrera Alonso,Hulkenberg y Ricciardo.No hay mas.
ResponderEliminarA Ham le falta su Prost. Sumar campeonatos compensa la ingratitud con que la suerte pueda pagar el talento individual (léase Alo).
ResponderEliminarPero seguro se aburre. No es la forma en que quisiera ganar.
¡Mira Britney! ¡Ya hasta soy más rubia que tú!
ResponderEliminarhttps://pbs.twimg.com/media/CN98az5XAAAYuJG.jpg:large
XDDDDD
¡Saludos!